Los días del régimen de Bashar al-Assad en Siria están contados y Estados Unidos y sus aliados hacen todo lo que está a su alcance para acelerar su caída, reconoció el presidente estadunidense Barack Obama.

“Nuestra estimación es que (los días de al-Assad) están contados y no es una cuestión de cuando, sino de cómo podemos lograr eso”, dijo el mandatario, al considerar que lo que suceda en Siria tendrá afectos sobre Irán.

En una entrevista publicada este viernes en el portal electrónico de la revista Atlantic, Obama defendió la estrategia de su administración sobre Siria e insistió en las diferencias en relación a Libia, donde la Organización del Tratado Atlántico Norte dio apoyo militar a la insurgencia.

Explicó que el objetivo en estos momentos “es diseñar estrategias para poder entregar asistencia humanitaria”.

El mandatario estadunidense dijo que Damasco podría acelerar el fin de la crisis aceptando una transición pacífica, algo que anticipó “sería un gran golpe para Irán”.

Sin embargo, dada la resistencia que Damasco ha mostrado para aceptar cualquier solución negociada para dejar el poder, Obama dijo que su gobierno y sus aliados trabajan en dirección para acelerar la caída de al-Assad.

“Estamos trabajando con la comunidad mundial para tratar de hacer eso”, aseguró.

Obama se refirió también a la crisis con Irán, advirtiendo contra cualquier ataque militar por anticipado de parte de Israel, aunque no descartó esa opción entre las acciones que podía adoptar su gobierno.

Las opciones a considerar, “incluyen un componente militar”, aunque ésta sería la última opción antes de agotar la vía diplomática y de las presiones unilaterales.

El mandatario consideró, empero, que un ataque unilateral de Israel en estos momentos en contra de la infraestructura nuclear de Irán, favorecería a Teherán en términos políticos.

“¿Nos gustaría una distracción en la que de manera repentina Irán se presente como una víctima?”, planteó el mandatario.

Explicó que esa valoración ha sido compartida por su gobierno con Israel y otros países en el contexto de la crisis actual.

Obama no ocultó su malestar por la percepción que su administración ha desestimado su política de apoyo a Israel, pese a que las diferencias con ese gobierno han sido públicas en algunas instancias.

“Por qué, a pesar de nunca haber dejado de apoyar a Israel en cualquiera de los problemas que ha tenido en las últimos tres años, aún siguen cuestionándolo”, preguntó el mandatario.