El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, encontrará en la Cumbre de las Américas, en Cartagena, Colombia, a unos vecinos más independientes y seguros de sí mismos, con más opciones en cuanto a sus destinos, que no aceptarán la retórica usual de Washington sin que esta se traduzca a una realidad práctica que beneficie a los países de la región.

Cuando Obama recién estrenaba su cargo, en 2008, dejó entrever que habría un cambio en la relación con sus vecinos del sur basada en cooperación, compromiso y responsabilidad conjunta. Nada de eso se materializó aunque la relación sí que cambió.
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Ahora, el presidente estadounidense se sentará a la mesa de un club que, aunque cordial, no solo le exigirá más paridad en el trato y más cometido a sus declaraciones, sino que lo abordará con temas que le serán incómodos de cara a sus aspiraciones de reelección, como la guerra contra las drogas, la inmigración y el embargo a Cuba.