El papa Benedicto XVI negó que la Iglesia se desanime por las persecuciones que sufren los fieles cristianos en diversas partes del mundo y reconoció que muchos de ellos se ven obligados a entregar su vida a causa de la fe.

“El anuncio del evangelio conlleva... dificultades y sufrimientos; a menudo el Reino de Dios se difunde en el mundo al precio de la sangre de sus siervos”, indicó durante una audiencia a un grupo de líderes misioneros integrados en las Obras Misionales Pontificias.

Constató que en la actual fase de cambios económicos, culturales y políticos, cuando el ser humano puede sentirse solo, presa de la angustia y la desesperación, los cristianos, a pesar de ser anunciadores de esperanza y de paz, siguen siendo perseguidos como lo fue Jesús.

“No obstante los problemas y la realidad trágica de la persecución, la Iglesia no se desanima: sigue siendo fiel al mandato de su señor, consciente de que como siempre en la historia cristiana los mártires, es decir, los testigos, son numerosos e indispensables”, añadió.

“Hoy como ayer, el mensaje de Cristo no puede ajustarse a la lógica de este mundo, porque es profecía y liberación; es semilla de una nueva humanidad que está creciendo, y sólo al final de los tiempos llegará a su plena realización”, apuntó.

Según el obispo de Roma, sólo en Cristo la humanidad puede descubrir el significado de la existencia, encontrar la salvación y crecer en la justicia y la paz.

Estableció que cada hombre y cada pueblo tienen el derecho de recibir mensaje cristiano que es el rostro humano de Dios, que quiere encontrar a cada hombre y mujer para hacerlos entrar en comunión con él, en su amor.