La muerte este jueves de 34 mineros por disparos de la policía en Sudáfrica sacudió hoy a la sociedad de este país, que ha vuelto a recordar los momentos más duros del antiguo régimen de segregación racial del "apartheid". 

La comisaria general de la Policía sudafricana, Riah Phiyega, confirmó las muertes, ocurridas durante unas protestas en la mina de platino de la empresa Lonmin en Marikana, a unos 100 kilómetros de Johannesburgo, donde hubo también 78 heridos.    

Además, un total de 259 personas fueron detenidas por los altercados de Marikana, precisó Phiyega en una rueda de prensa. 

La jefa policial subrayó que los agentes tuvieron que "usar la fuerza para protegerse" cuando los mineros, algunos ellos provistos de machetes y armas de fuego, rebasaron un cordón de seguridad. 

"La Policía tenía instrucciones de disparar contra nosotros. Había algunas personas armadas, pero la mayoría solo llevábamos palos", relató uno de los trabajadores de la mina. 

La violencia en la mina de platino se había cobrado ya diez víctimas mortales antes de la matanza del jueves, entre ellas dos policías, dos guardias de seguridad y seis mineros, tanto en choques contra la Policía como entre sindicatos rivales. 

La Asociación de Trabajadores de la Minería y la Construcción (AMCU), que convocó la huelga en Lonmin para exigir mejoras salariales, pugna con la Unión Nacional de Mineros (NUM), sindicato mayoritario, por atraer más afiliados que su rival en el país. 

La Alianza Democrática (DA), principal partido de la oposición, pidió a los sindicatos y la Policía que rebajen la tensión, y subrayó que "las familias de la víctimas y toda la nación tienen derecho a saber que pasó y por qué ocurrió este baño de sangre".