El Papa Francisco advirtió que si la Iglesia católica está viva siempre debe sorprender pero si no se vuelve una Iglesia débil, enferma, moribunda y que debe "ser internada en terapia intensiva cuanto antes".
Fueron palabras improvisadas en su discurso con motivo de la bendición con el Regina Coelli, pronunciado al mediodía de este domingo desde la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano.
"La Iglesia del Pentecostés no se resigna a ser inocua, demasiado destilada, un elemento decorativo. Ella nace una y es universal, con una identidad precisa, pero abierta, una Iglesia que abraza el mundo pero no lo captura, como las columnas de esta plaza: dos brazos que se abren para acoger, pero no se cierran para aferrar", señaló.
La reflexión papal partió de la fiesta católica del Pentecostés, que se celebra este día en todo el mundo y que recuerda el inicio de la predicación pública de los discípulos de Cristo que recibieron el espíritu santo mientras estaban escondidos.
Aseguró que algunos en Jerusalén habrían preferido que los apóstoles permaneciesen cerrados en casa para no crear confusión y así quisieran otros que ocurriese ahora. Pero aclaró que Jesús empuja a ir hacia el mundo.
"Así está llamada a ser siempre la Iglesia: capaz de sorprender anunciando a todos que Jesucristo venció la muerte, que los brazos de Dios están siempre abiertos, que su paciencia está siempre ahí esperándonos para curarnos y perdonarnos", indicó.
Reconoció que hasta el momento del Pentecostés los apóstoles eran un "grupito insignificante", compuesto por "perdedores huérfanos de su maestro".
Pero precisó que después de ese episodio se forjó "una Iglesia que no duda de salir afuera, al encuentro con la gente, para anunciar el mensaje que le ha sido confiado, aunque eso moleste e inquiete las conciencias. Eso a veces nos trae problemas, también muchos veces nos lleva al martirio".
Antes del Regina Coelli, por la mañana, el Papa se había ya referido al mismo tema durante el sermón de la misa de Pentecostés, que celebró en la Basílica de San Pedro.
En la homilía mencionó las características del espíritu santo, que a los cristianos les "enseña", les "recuerda" y les "hace hablar".
El espíritu –agregó- es la "memoria viva de la Iglesia" porque hace recordar y comprender las palabras de Jesús.
"Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un cristiano a mitad del camino, es un hombre y una mujer prisioneros del momento, que no saben atesorar su historia, no saben leerla y vivirla como historia de salvación", estableció.
Según el Papa el espíritu hace a los cristianos hablar con Dios y con los hombres. "¡No existen cristianos mudos, no hay espacio para eso!", aclaró.
Sostuvo que ese hablar se da a través de la oración, pero también mediante el diálogo fraterno con los demás que lleva a la amistad, a la ternura, a comprender las angustias y las esperanzas, las tristezas y las alegrías.
Francisco aclaró que el espíritu también genera "hombres de profecía", personas que denuncien abiertamente las contradicciones y las injusticias "con franqueza", pero "siempre con humildad e intención constructiva".