El papa Francisco ha dado una nota final de sorpresa a su visita a la isla griega de Lesbos y se ha llevado en el avión papal a una docena de refugiados. El pontífice ha sumado un gesto práctico al llamamiento lanzado previamente por él y los líderes de la iglesia ortodoxa, Bartolomé de Constantinopla y Jerónimo II, arzobispo de Atenas, a los líderes internacionales en el que les pidieron mostrar más responsabilidad en esta crisis.
Se trata de tres familias de refugiados sirios, entre los cuales hay seis menores edad, que estaban en los campos de acogida de Lesbos antes del acuerdo que alcanzó la Unión Europea (UE) con Turquía.
Con este gesto, Francisco culmina una breve visita cargada de simbolismo a Lesbos y especialmente a Moria, convertido en centro de detención en virtud del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía que contempla la devolución de refugiados.
Durante su visita a Lesbos, el papa recorrió junto a los otros dos líderes religiosos el campo de refugiados de Moria, donde escucharon los testimonios de muchos refugiados y donde almorzaron con varias familias.
A su llegada al campo de refugiados, ha dicho: "He venido aquí con mis hermanos, el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo Jerónimo, sencillamente para estar con vosotros y escuchar vuestras historias. Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma".
Durante su visita, muchos refugiados, sobre todo niños, se acercaron al papa y le relataron sus dramas. Algunos de ellosrompieron en sollozos y le pidieron ayuda o bendición. "Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas, y responda de un modo digno de nuestra humanidad común", añadió.
En el puerto de Mitilene, la capital de Lesbos, Francisco habló ante ciudadanos y junto con Bartolomé y Jerónimo II arrojaron al mar tres coronas de laurel al mar, en recuerdo de las víctimas de la migración.