La epidemia de coronavirus COVID-19 superó este sábado el millar de casos en toda África, con 40 países ya afectados dentro de una región cuyos gobiernos han acelerado la toma de medidas drásticas de contención y para la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado un llamado a “prepararse para lo peor”.
Egipto y Sudáfrica, con 285 y 240 casos respectivamente hasta la fecha, son los países más afectados, seguidos de Argelia (95) y Marruecos (86).
Con datos actualizados hasta las 11:30 h GMT de este sábado, los positivos continentales ascienden a mil 88 y los muertos a 31, con Egipto (8) y Argelia (12) como los territorios con más víctimas mortales.
La mayor parte de los países afectados (40 del total de 54 naciones de África) contabilizan pocos casos y la mayoría son “importados” (gente diagnosticada tras haber viajado al extranjero), pero en los países con más casos las transmisiones locales se aceleran.
Preocupa, por ejemplo, el rápido aumento de los contagios en países como Sudáfrica -que en una semana ha pasado de 24 a 240 casos- o la situación en lugares como Burkina Faso, donde solo hay 64 confirmaciones oficiales, pero donde al menos cuatro ministros han dado ya positivo.
Temor por potenciales efectos de epidemia para África
África se mantiene, pese a todo, como el continente menos afectado del mundo por la pandemia de COVID-19, pero hay gran temor por sus potenciales efectos devastadores en un territorio con servicios de salud muy precarios, con amplia presencia de otras enfermedades (como el Sida o la tuberculosis) y con grandes carencias de infraestructuras de saneamiento.
Esos problemas afectan especialmente en las zonas rurales y a los populosos asentamientos informales donde viven los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad.
Para esas comunidades, las opciones de tomar las precauciones necesarias de higiene –Unicef alertó ya, por ejemplo, de que hasta el 63 por ciento de los residentes de las zonas urbanas de África subsahariana viven sin acceso a lugares donde lavarse las manos- son limitadas.
También lo son las posibilidades de aislamiento en barrios y viviendas con muchos habitantes a la vez, cuyos residentes dependen, en gran medida, de trabajos informales para mantener a flote a sus familias.
Ese temor se extiende también a las áreas en conflicto -como la zona central y sur de Somalia, bajo control del grupo yihadista Al Shabab-, los campamentos de refugiados en Sudán del Sur, la Cuenca del lago Chad o el norte de Kenia y, en general, cualquier lugar donde “quedarse en casa” sea casi una quimera.
“Prepararse para lo peor”, advierte la OMS
“El mejor consejo para África es prepararse para lo peor”, manifestó esta semana desde Ginebra el director general de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“Creo que África debe despertar, mi continente debe despertar”, agregó.
Una preocupación adicional reside en la imposibilidad de hacer llegar la información necesaria para la prevención a muchas áreas que no tienen, por ejemplo, acceso a televisión o internet por distintos motivos, incluidas las decisiones políticas de sus países.
En ese sentido, la organización humanitaria Human Rights Watch criticó duramente esta semana al gobierno de Etiopía por mantener, desde hace meses, a miles de personas en la región de Oromía sin teléfono ni internet, en un intento de contener los movimientos opositores.
En ese país, además, la embajada de Estados Unidos ha alertado de una creciente hostilidad hacia los extranjeros por, presuntamente, ser transmisores del nuevo coronavirus.
En el lado positivo, esa misma nación se encargará de distribuir por todo el continente un paquete de ayuda anunciado por el presidente del grupo Alibaba, el chino Jack Ma, consistente en 20 mil tests, 100 mil máscaras faciales y mil trajes protectores para uso médico.
Con información de EFE