Como bien sabe la excandidata demócrata Hillary Clinton, en Estados Unidos no necesariamente gana las elecciones quien obtenga el mayor número de votos de los ciudadanos.

En Estados Unidos, los comicios a presidente son indirectos, lo que de facto significa que algunos territorios -o votantes- acaban pesando más que otros.

El candidato que llegará a la Casa Blanca, o se quedará en ella en el caso del presidente Donald Trump, debe conseguir al menos 270 de los 538 votos del Colegio Electoral.

Cada estado tiene un determinado número de votos en función de su población y el aspirante que consiga mayor número de sufragios populares en ese territorio se suele llevar todos esos votos electorales.

¿Cómo se elige el presidente de EUA?

Como algunos estados tienen un sólido historial de preferencia demócrata o republicana, la atención se centra en aquellos en los que no está tan claro quién puede ganar.

Se llaman “estados péndulo” o “bisagra” y en estas elecciones superan la decena.

Toda la atención estará puesta en estos territorios la noche de las elecciones, y destacan seis considerados más determinantes dentro de esos “campos de batalla” -Carolina del Norte, Florida, Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Arizona-; y otros dos que se han vuelto más competitivos por sus cambios demográficos -Georgia y Texas-.

El primero en salir: Carolina del Norte

Todo empieza en el este, la zona del país que primero comenzará a cerrar las urnas y publicar resultados iniciales alrededor de las 19:00 horas.

Carolina del Norte, con 15 votos electorales y sin claro ganador en las encuestas, es uno de los primeros que se espera que empiecen a difundir datos de forma más rápida entre los estados más disputados.

Firme bastión republicano antes de que el expresidente Barack Obama lo ganara en 2008 por un pequeño margen, el estado se caracteriza por ciudades con grandes comunidades de votantes afroestadounidenses, profesionales moderados y universitarios, pero también importantes zonas rurales, blancas y conservadoras.

Trump ganó aquí en 2016, por casi un 4% después de que Obama lo perdiera en el camino a la reelección en 2012, y la victoria de Trump o el actual candidato demócrata, Joe Biden, puede marcar un buen inicio de la noche para ambos.

El Consejo Electoral del estado estima que el 80 % de los votos serán sufragios depositados en persona de manera anticipada o enviados por correo, y el resultado de éstos se estima que se publique poco después del cierre de las urnas.

Para ganar la presidencia de EU, no hay que ganar la mayor parte de los votos populares. Hay que conseguir al menos 270 de los 538 votos del colegio electoral.

Millones de estadounidenses están votando más por correo estas elecciones que la anteriores, lo que puede llevar a que tengamos que esperar días para conocer el resultado final mientras esos sufragios son procesados y contabilizados.

Debido al aumento sin precedentes del voto por correo, el candidato que parezca liderar la contienda durante la noche puede que no acabe siendo el ganador.

¿Qué pasa si no hay un claro ganador?

Si no hay resultados claros el 3 de noviembre, tendremos que esperar días -o semanas- a que acabe el escrutinio.

Es habitual que todos los votos no sean contabilizados en la noche electoral pero este año puede tomar aun más tiempo.

Además, podrían producirse disputas legales, lo que añadiría incertidumbre al proceso y puede llevar a que las cortes jueguen un rol en las elecciones. Como ocurrió en el 2000, con Gore vs. Bush.

Con información de BBC Mundo