Rusia y Ucrania han acordado, con la mediación de Estados Unidos, suspender temporalmente los ataques a infraestructuras energéticas y garantizar la navegación segura en el mar Negro.

La tregua de 30 días, anunciada el 18 de marzo por los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump, busca reducir las hostilidades en áreas clave.

El acuerdo abarca refinerías de petróleo, oleoductos, gasoductos, centrales nucleares, instalaciones de almacenamiento de combustible, estaciones de bombeo, infraestructuras de generación y transmisión de electricidad, subestaciones, transformadores y presas hidroeléctricas.

Sin embargo, la implementación ha sido problemática, ya que Kiev y Moscú se acusan mutuamente de continuar los ataques.

Estados Unidos se ha comprometido a facilitar el acceso de Rusia al mercado agrícola mundial y a sus sistemas de pagos afectados por sanciones, como parte del acuerdo.

No obstante, Ucrania ha expresado preocupación, argumentando que la reducción de sanciones solicitada por Rusia para cumplir el alto el fuego "debilita" su posición.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha respaldado los acuerdos, aunque ha manifestado dudas sobre su cumplimiento efectivo. Además, ha advertido que cualquier incursión de buques militares rusos en aguas ucranianas será considerada una violación del pacto.

Este acuerdo representa un paso hacia la reducción de tensiones en la región, pero su éxito dependerá de la voluntad de las partes para cumplir con los términos establecidos y de la efectividad de las medidas de monitoreo implementadas.