La intensificación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, impulsada por la política arancelaria del presidente Donald Trump, está generando preocupación en el ámbito empresarial y afectando negativamente su popularidad.​

Una encuesta de CNBC difundida recientemente indica que el 55 por ciento de los estadounidenses desaprueba la gestión económica de Trump, mientras que un 60 por ciento reprueba su manejo de la inflación. Estas cifras representan los niveles más bajos de aprobación en materia económica durante su presidencia.

La política arancelaria ha generado inquietud entre las empresas estadounidenses. Una encuesta realizada por la revista Chief Executive a más de 300 directores ejecutivos revela un desacuerdo generalizado con los aranceles impuestos y una actitud cautelosa respecto a las previsiones económicas.

Por ejemplo, la aerolínea Delta, a pesar de haber multiplicado por seis sus beneficios, retiró sus pronósticos anuales citando la incertidumbre arancelaria.

La confrontación con China se ha intensificado, con Estados Unidos aplicando un arancel del 145 por ciento a las importaciones chinas, mientras que Pekín mantiene gravámenes del 125 por ciento a productos estadounidenses.

Además, China ha tomado medidas adicionales, como vetar las entregas de aviones Boeing y aplicar aranceles a productos energéticos y agrícolas de EE.UU. ​

La política arancelaria de Trump también afecta a otros países. Vietnam, por ejemplo, enfrenta un arancel del 46 por ciento y ha expresado su disposición a negociar con Estados Unidos.

Mientras tanto, el presidente chino, Xi Jinping, ha fortalecido relaciones comerciales con países del sudeste asiático, firmando acuerdos de cooperación con Vietnam, Malasia y Camboya

En resumen, la estrategia arancelaria de la administración Trump está generando tensiones comerciales significativas, afectando la economía global y provocando una disminución en la aprobación presidencial.