José Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, falleció este martes a los 89 años en su chacra de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo.
La noticia fue confirmada por el presidente uruguayo, Yamandú Orsi, quien expresó en redes sociales: “Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho, viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”.
Mujica padecía cáncer de esófago desde mayo de 2024. En enero de 2025, anunció que la enfermedad se había extendido a su hígado y que, debido a su avanzada edad y otras condiciones crónicas, no se sometería a tratamientos agresivos.
“Lo que pido es que me dejen tranquilo. Que no me pidan más entrevistas ni nada más. Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, declaró en su momento.
Antes de su carrera política, Mujica fue miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una organización guerrillera de izquierda. Durante la dictadura militar uruguaya (1973-1985), pasó 13 años en prisión, la mayoría en condiciones infrahumanas y sometido a torturas.
Tras la restauración democrática, Mujica se integró al Frente Amplio, siendo electo diputado, senador y ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. En 2010, asumió la presidencia de Uruguay, cargo que ocupó hasta 2015.
Su mandato se caracterizó por políticas progresistas, como la legalización del matrimonio igualitario y del cannabis, y por su estilo de vida austero. Vivía en una modesta chacra, conducía un Volkswagen Beetle de 1987 y donaba gran parte de su salario. Estas características le valieron el apodo de “el presidente más pobre del mundo”.
Mujica estuvo casado con Lucía Topolansky, también exguerrillera y exvicepresidenta de Uruguay. Ambos compartieron una vida dedicada a la militancia y al servicio público.
En sus últimos días, Mujica expresó su deseo de ser enterrado en su chacra, junto a un árbol de sequoia donde descansan los restos de su perra Manuela.
La partida de Mujica deja un legado de lucha por la justicia social, la humildad en el ejercicio del poder y un ejemplo de coherencia entre el discurso y la acción.