Al anunciar el Encuentro Fe y Cultura: Diálogo por la Paz en México, a realizarse el 3 y 4 de octubre en el Centro Universitario Cultural, el purpurado expuso que a veces pensamos que la violencia es un reto de las autoridades, pero es un tema que nos involucra a todos, tanto en el análisis como en la búsqueda de soluciones.
Acompañado por el presbítero Eduardo Corral Merino, representante de la oficina de la Dimensión de Cultura de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), indicó que no se puede ser víctimas. “Tenemos que tener una mirada de construcción, de esperanza, hacia el futuro”.
Mencionó que “pensar en lo que sucede en nuestras pequeñas poblaciones, la crueldad que se manifiesta en toda esa violencia de la que hemos sido testigos en los últimos años, nos habla de una profunda crisis en nuestra cultura, en sus valores, en su espiritualidad”.
Flores señaló que es imprescindible el diálogo para encontrar una solución. La violencia nos divide. El mismo análisis sobre las causas y las consecuencias lleva a una crispación. Hay distintos enfoques políticos de la violencia, pero ante una realidad tan grave se deben encontrar espacios que unan para buscar respuestas.
“No se trata de generar espacios que dentro de la ya difícil situación de deterioro social, del tejido social en que estamos, quienes tienen la labor de buscar soluciones estén divididos”, resaltó.
Subrayó que no se intenta llegar a la formulación de un comunicado final, ni a la estructuración de una propuesta concreta para las políticas públicas, sino hacer conscientes a la sociedad de un problema común.
“La reflexión es la esencia, el encuentro incluyente, la participación de distintos grupos y esa amplia confluencia entre creyentes y no creyentes, donde lo importante no son nuestras diferencias ideológicas sino nuestro compromiso común ante la realidad de nuestro país”, indicó.
A su vez, Corral Merino dejó claro que la Iglesia Católica en ningún momento pretende imponer un camino, ni sacar un recetario. “Lo que queremos antes que nada es rescatar lo humano, la necesidad de la corresponsabilidad y tener la esperanza de saber que podemos llegar a acuerdos y asumir nuestra responsabilidad en este tiempo que nos tocó vivir”.
Expuso que la gente que sufre no son números en una estadística, sino personas de carne y hueso que tienen una dignidad y que están necesitadas de sentido y de reconciliación.