El Papa Francisco instó hoy a los obispos de México a rechazar las habladurías e intrigas, los “vanos proyectos de carrera”, los “vacíos planes de hegemonía” y los infecundos “clubes de intereses o de consorterías”.

 

 

 

 

Ante todos los pastores de este país latinoamericano, reunidos en la Catedral de la Ciudad de México, el pontífice pronunció un largo discurso en el cual les señaló muchos defectos y tareas pendientes, entre ellas la deuda con los indígenas mexicanos.

 

 

 

 

 

Llamó a los obispos a tener una mirada capaz de reflejar la ternura de Dios, una “mirada limpia, de alma trasparente y de rostro luminoso”. Y apuntó: “no tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”.

 

 

 

 

 

“Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras, ni por los acuerdos debajo de la mesa”, insistió.

 

 

Ante más de 150 obispos de la República Mexicana, el pontífice los exhortó a no dejarse arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias, y los invitó a formar a los futuros sacerdotes en ese estilo.

 

 

 

 

En su discurso en español, el Papa expresó su preocupación por los jóvenes “seducidos por la potencia vacía del mundo”, que “exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte a cambio de monedas”.

Les pidió no minimizar el desafío que representa el narcotráfico para toda la sociedad mexicana, incluida la Iglesia.

“La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas”, estableció.

El Papa Francisco agregó que esa situación exige “un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza”.

Más adelante, pidió no dejarse llevar por la “vana búsqueda” de cambiar al pueblo, como si el amor de Dios no tuviese bastante fuerza para cambiarlo.

Francisco solicitó una “mirada singular de delicadeza” con los pueblos indígenas, cuyas culturas han sido “no pocas veces masacradas”.

“México tiene necesidad de sus raíces amerindias para no quedarse en un enigma irresuelto”, señaló.

“Los indígenas de México aún esperan que se les reconozca efectivamente la riqueza de su contribución y la fecundidad de su presencia, para heredar aquella identidad que los convierte en una Nación única y no solamente una entre otras”, subrayó.

“No se cansen en cambio de recordarle a su Pueblo cuánto son potentes las raíces antiguas, que han permitido la viva síntesis cristiana de comunión humana, cultural y espiritual que se forjó aquí. Recuerden que las alas de su Pueblo ya se han desplegado varias veces por encima de no pocas vicisitudes”, apuntó.

El Papa rogó a los obispos no caer en la paralización de dar “viejas respuestas a las nuevas demandas” y advirtió a no “dormirse en los laureles”, porque solo podrá sobrevivir una Iglesia que se preocupa de los sufrimientos del pueblo.

A los obispos también les indicó seguir a los migrantes y acompañarlos como una de sus prioridades, ante tantas familias que se dividen.

“Solo mirando a la ‘Morenita’ (la virgen de Guadalupe), México se comprende por completo. Por tanto, los invito a comprender que la misión que la Iglesia les confía requiere esta mirada que abarque la totalidad. Y esto no puede realizarse aisladamente, sino solo en comunión”, apuntó.