Conocedor de la vida política del estado durante las décadas más álgidas, autodidacta, cronista deportivo y relator consuetudinario de los avatares de Puebla, Enrique Montero Ponce recibió un cálido homenaje por su trayectoria periodística, en el pleno del Congreso.
Acompañado por su familia y por otros comunicadores a los que presentó como la nueva generación, entre ellos Juan Carlos Valerio, Javier López Díaz y Carlos Martín Huerta, con líderes sociales como “Simitrio” y la clase política, Montero Ponce abordó los avatares del periodismo.
“Los años se suman, jamás se restan”, inició Montero Ponce su minucioso y reflexivo discurso.
“La edad es el termómetro adherido al corazón, o el reloj con su tic tac preciso y hasta armonioso descubrir el tiempo es principio y fin. En mi edad, tiempo y distancia dejan de ser importantes, y se pierde el miedo a la muerte. Pienso y sueño con mi madre, que exprimió el tiempo y vivió más de 100 años; con amigos entrañables que se adelantaron y me guiñan un ojo para que los alcance”.
El periodista Enrique Montero Ponce relató sus encuentros y desencuentros con el empresario José García Valseca: “El periodista es un soldado y ordenaba como militar. Un día infeliz, me dio una orden que, como médico, como político y como caballero, mi negativa lo encolerizó. Lo que jamás imaginé: tuve que enfrentarme a sus abogados para lograr una salida digna. Salí esa mañana de sábado del Sol y caminé en el zócalo, rumiando pena y coraje. Recordé lo ocurrido a Pagés y el golpe artero a Julio Scherer, por las informaciones de la sangre que corrió en Tlatelolco en el 68. Vas bien, Enrique, acuérdate de ellos”.
Montero Ponce filosofó sobre su experiencia de vida: “He conocido políticos y atletas. Aprendí de técnicos en futbol y de managers en beisbol y boxeo. Siempre confirmé que hay que preguntarle al que sabe.
”Viví aventuras con políticos. El gobernador que me manoteó con un rosario de preguntas ofensivas ordenadas por aquel director; la sagacidad y habilidad de Merino Fernández; la bonhomía de un hombre de radio como don Guillermo Morales Blumenkron; de la sencillez y humildad y experiencia, de mi maestro de secundaria, el doctor Alfredo Toxqui; de la verticalidad del doctor y general Rafael Moreno Valle, de la capacidad política y don de mando de Manuel Bartlett, de mi hermano querido Melquiades Morales Flores.
”De la experiencia de aquellos políticos a la sangre nueva de Rafael Moreno Valle Rosas, cuya pujanza y habilidad se palpan en obras que transforman ciudad y estado, no puedo olvidar a Guillermo Jiménez Morales, su afán de limpiar la ciudad del brazo del alcalde Jorge Murad.
”Uno de los luchadores sociales más limpios que he conocido, con ‘Simitrio’ tuve un desayuno antes del desalojo. Él siempre contó con el micrófono de Tribuna. Cuando gané un Premio Nacional de Periodismo, él me hizo el favor de culminarlo con unas palabras en las que reconocía que Tribuna fue el único medio de hablar y de defenderse. ¿Te acuerdas, ‘Simitrio’?
”Con aquel gobernador, Jiménez Morales, acudí en auxilio de dos cosas, el fútbol, cuyo dueño pretendía venderlo a Veracruz, no sólo lo impidió, sino que trajo otro equipo de primera división. La otra, Carlos Camacho Espíritu falleció y su gran sueño hecho realidad estaba en peligro con una deuda con el fisco y pretendía quedárselo. Le pedí al gobernador que no lo permitiera. Intervino con rapidez y Africam se salvó, y por muchos años ha sido nuestra mejor carta para atraer turismo”.
El periodista recordó sus anécdotas de los años cuarenta, cuando se ametrallaban casillas: “Hay destinos marcados; en mi caso, el de cronista deportivo, con sueños desde niño. En política, las elecciones del 7 de julio de 1940; mi imprudencia me llevó a una casilla de la 5 de Mayo. Una camioneta dobló de la 10 Oriente, casi sobre dos ruedas. Al pasar frente a la casilla, dos ametralladoras vomitaron fuego, dos manos me empujaron al suelo. Tirado, vi el paso del vehículo, temblando de miedo. Nunca voy a olvidarlo”.
El periodista homenajeado describió su concepción sobre la libertad de expresión: “La entrega total al periodismo me llevó a cubrir todas las fuentes, caí en los brazos de la política, que es como la amada que nunca se deja; episodios del país y de la gente, señalan el camino en que se han movido generaciones enteras. Los medios tienen un papel estelar en la política.
”La libertad de expresión cada uno lo interpreta y la ejerce a su manera. Mi experiencia me enseñó que merecen respeto estilos y actitudes, y sé porque lo afirmó; los intereses también están ahí vigilantes, nadie puede ostentarse como un líder de opinión, porque nadie tiene la opinión de toda la gente. Nadie logra la unanimidad.
”Ayer que Juan Villoro, quien es el novelista de moda, dijo en 2013: ‘El periodismo parece perder confianza en sus recursos y acepta la reductora presidida por la frivolidad’, desgraciadamente los medios, la frivolidad empieza a imponerse a la noticia. Es algo que las nuevas generaciones no deben permitir”.
Montero Ponce señaló que en su trabajo abrió su espacio radiofónico a todas las voces: “Me propuse abrir el micrófono a todas las ideologías, parecía temerario en una sociedad como la poblana, impuse el derecho a la réplica, nunca rehusé mi derecho a la crítica y respeté a todos los políticos, y fui escrupuloso en el respeto a su vida privada.
”Líderes sociales como ‘Simitrio’ encontraron en el programa los espacios que le negaron en otros.
”Se cimbró Puebla cuando escuchó la voz de don Luis Rivera Terrazas, temible y firme comunista, los coros famosos de ‘once, once, once’ se perdieron con esa apertura. Gané su amistad y confianza.
”Es inolvidable el encuentro entre Rivera Terrazas y el recién llegado arzobispo de Puebla don Ernesto Corripio Ahumada, en una cena en mi casa; ahí sellaron un acuerdo verbal que respetaron, no más agresiones entre Iglesia y universidad. Al único que se lo comuniqué fue al gobernador Toxqui. Por respeto a su jerarquía y a la gran amistad de don Alfredo, se puso en pie, caminó hacia mí y me dijo: ‘Gracias, don Enrique, en nombre de la República’. En ese gesto sentí la parte buena, positiva, de la política”.
En una amplia intervención, Enrique Montero Ponce desglosó su biografía, su relación con el poder y su entrega al periodismo: “Les dejo la gratitud imperecedera de un poblano que logró casi, casi todo lo que buscó en todas las fases de la comunicación: llegar a la gente, sentir el calor de su cariño, la llama ardiente de su rebeldía en pos de justicia. Sus deseos de vivir, su tradición de sentimientos, es lo mejor que me llevo en el último trecho de mi vida. Cuando cumplo 85 años, de ninguna manera estoy pensando en el retiro. Estoy pensando en hacer otras cosas y tengo otros proyectos. Pero como reza la letra de la conmovedora canción de Paul Anka: ‘He vivido a mi manera y espero el final tranquilamente’. Que Dios los bendiga, gracias”.
El periodista resaltó que cuando uno escribe no sólo lo hace con el conocimiento, sino con el instinto de las emociones.
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Desde la tribuna de la sede legislativa, Riestra Piña dijo: “Hace unos días, cuando reflexionaba sobre la tremenda trayectoria periodística que don Enrique Montero Ponce ha forjado durante más de seis décadas, para preparar estas palabras, no pude evitar recordar la tan famosa frase de Gabriel García Márquez sobre el oficio del escritor.
”García Márquez sostiene, con acierto, que el oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica. Desde mi perspectiva, esta sentencia es igualmente cierta para el periodista.
”Tan sólo por esta razón, la carrera de nuestro homenajeado no puede ni debe pasar desapercibida. Don Enrique no sólo le ha entregado la totalidad de su existencia vital a su oficio, sino ha logrado hacerlo manteniéndose en los más altos niveles de popularidad. Llegar es difícil y mantenerse lo es aún más.
”Tengo la fortuna de conocer a Montero Ponce, como muchos lo conocemos, cariñosamente, desde hace casi 20 años. Su voz y la de sus colaboradores, a fuerza de repetición como el programa que era sintonizado en el hogar de la familia Riestra Piña, se terminaron por convertir en personajes de la mayor familiaridad”.
El diputado panista se dejó llevar por la nostalgia de un radioescucha del decano de la comunicación en el estado: “Entre otras razones, recuerdo que mi padre me decía de niño: ‘No cambies la estación de radio’. El noticiero de don Enrique, además de informar, nunca ejerce el periodismo por consigna”.
Riestra Piña relató una de las anécdotas de Montero Ponce en su relación con el poder político estatal: “Como figura pública, he podido constatar y recordar dichas palabras. El propio Enrique Montero Ponce nos relata, en uno de sus libros, una anécdota que da prueba de esta característica.
”Al recibir una solicitud expresa del dueño del medio periodístico en el que laboraba para iniciar una campaña de golpeteo en contra del entonces gobernador, don Enrique prefirió estar dispuesto a presentar la renuncia a formar parte de un ejercicio de desprestigio”.
Riestra Piña reseñó la extensa carrera de Enrique Montero Ponce, quien se inició como un “periodista autodidacta, maestro de generaciones, Premio Nacional de Periodismo, Récord Guiness por sus más de 44 años ininterrumpidos al aire, capaz de vender más de 35 mil ejemplares diarios del extinto periódico La Voz de Puebla, durante la década de los setenta”.
En su oportunidad, el diputado del expartidazo Ernesto Leyva Córdova, coordinador de la bancada priista, resaltó la faceta de Montero Ponce como periodista deportivo.
El diputado priista señaló que detrás del esfuerzo diario de dar a conocer al público y enarbolar un análisis cuidadoso de la transmisión de la información, se encuentra don Enrique Montero, el aficionado y locutor de peleas de box, al apasionado reportero y articulista deportivo de beisbol, que percibe la realidad con la doble óptica de todo periodista, la personal y la informativa.
“Esta soberanía reconoce su ejemplar ejercicio del periodismo, por proyectar hacia sus contemporáneos, y sobre todo a las nuevas generaciones, el ejemplo de vida al que todos debemos aspirar”, resaltó el diputado del expartidazo.