En las pantallas del pleno legislativo ya no apareció la imagen tradicional, republicana, austera y monocromática del escudo del estado de Puebla reemplazada por la anónima autoría de la ideología estatal.
Como en una matiné orwelliana, en las pantallas que le costaron al erario público unos 2 mdp (incluido software y hardware táctil en las curules), los legisladores ni se ruborizaron por el cambio de identidad gráfica del cual el propio presidente del Congreso Local, Carlos Martínez Amador, dijo desconocer la autoría. Salvo las tibias críticas del priista, José Chedraui Budib, los legisladores voltearon ya hacia el ensimismamiento de sus mensajes digitales o al futurismo de sus aspiraciones en ciernes.
A pesar de que el Congreso local estrenó su iconografía morenovallista —multicolor alusión al coalición partidista que condujo en el 2010 al triunfo a Rafael Moreno Valle— en el pleno del Congreso local la monotonía legislativa marcada por la homogeneidad, la ausencia de discusión de los asuntos públicos y marcado por la retórica del autoelogio.
La sesión dirimió las buenas intenciones de los diputados con la aprobación de un exhorto de la legisladora, Patricia Leal Islas del PAN, para que los municipios adopten —en ajuste a la nueva ley de contabilidad gubernamental— las disposiciones reglamentarias y el software respectivo.
Pero en el trasfondo político la sesión también sirvió para contemplar la disputa preelectoral entre el exalcalde de san Martín Texmelucan, Noé Hernández Peñaloza, quien buscar ser candidato a presidente municipal por el partido Movimiento Ciudadano.
En el round legislativo, la convocatoria a la sesión extraordinaria, obedeció a la lógica política (Casa Puebla rules) de maniatar las aspiraciones del exalcalde de san Martín, que en el pasado respaldó lo mismo a Mario Marín Torres que al propio Rafael Moreno Valle.
De la amnesia como metodología legislativa
Con el apresuramiento declarativo que proporciona el futurismo electoral, el expartidazo se sumó por ausencia, al beneplácito de las bancadas por la transformación de la identidad gráfica del Congreso Local.
El PRI consintió —fiel a su costumbre— las modificaciones a la imagen institucional del Congreso del Estado de Puebla y los diputados priistas dijeron sentirse “mayoriteados” y que la mayoría aprovechó las “lagunas legales”. No obstante, fuera del esperpento declarativo los diputados del PRI no ofrecieron mayor resistencia a lo que representa una modificación de la identidad gráfica del Congreso que no fue discutida por el pleno. .
Sin más argumentos con el de que fueron “mayoriteados”, expresión que justificó el cambio de imagen del congreso local por la de un logotipo multicolor, el legislador del PRI, José Chedraui Budib, afirmó que se trató de una decisión tomada en la Junta de Gobierno del Congreso local, donde el PRI es minoría.
El diputado priista manifestó su “desacuerdo” a la modificación de la identidad gráfica del Congreso del Estado.
El legislador local relató que la modificación de la identidad gráfica del Congreso Local fue un acuerdo de la Junta de Gobierno y Coordinación Política de la 59 legislatura donde se encuentran representados los partidos políticos. Pero reconoció la ausencia en la reunión de quien coordinara la bancada del tricolor, Víctor Manuel Giorgana Jiménez, aspirante a candidato a diputado federal por el Partido Verde Ecologista, y defensor de iniciativas como la polémica ley Bala, que le dio renombre al congreso de Puebla a nivel nacional e internacional por la vía de las violaciones a los derechos humanos.
Y en este recuento de ausencias, el presidente de la Junta de Gobierno, el perredista, Carlos Martínez Amador, hizo una apología de la “renovación” de la imagen del Congreso Local pero la desmemoria hizo presa del legislador local ya que dijo no recordar quien propuso los cambios de la identidad gráfica del Congreso Local.
Aunque el cambio de la imagen del Congreso Local parecería una discusión menor y hasta insulsa el hecho de que se mimetice la identidad gráfica del órgano legislativo con la de la coalición gobiernista estatal parece representar el reconocimiento tácito de la sumisión del poder legislativo a los criterios del poder ejecutivo.
Lo cual, además, ha sido asentado tanto por especialistas en el rubro de la democracia representativa como de organizaciones académicas como el Centro de Estudios Espinosa Yglesias que dirige el prestigiado economista, Enrique Cárdenas.
En el mismo orden de ideas, los diputados aliancistas ni se inmutaron por la calificación de 4.2 que el Centro Espinosa Yglesias le dio al tercer año de la pasada legislatura. La evaluación advirtió la ignorancia y la falta de receptividad a las críticas realizadas por el mismo.
A través del legislador, Jorge Aguilar Chedraui, contrapeso político al interior de la bancada del PAN, señaló que el interés de los diputados se centra en las calificaciones que les otorgue la CAIP. Pero el aserto del legislador del blanquiazul omitió decir que el estudio del centro Espinosa y la calefacción de la CAIP son evaluaciones con metodologías y objetivos totalmente distintos, ya que la evaluación de la CAIP, no precisó el legislador del PAN, carece de una evaluación de la calidad legislativa.