Pese al sol radiante que iluminó Huauchinango la mañana del martes, la pesadilla y el temor de que ocurra nuevamente una desgracia como la que se vivió la noche del sábado continúan. En tanto habitantes de la zona piden que medios de comunicación y autoridades se desplacen a Tlaola donde no se puede llegar por vía terrestre, aunque aseguran aún hay abasto de alimentos.

En medio del caos, el turismo de la tragedia se hace presente, este martes no hubo habitaciones disponibles en los hoteles del centro de Huauchinango, mismos que subieron sus tarifas hasta en un 50 por ciento. 

Pasaron 72 horas de la tragedia en la Sierra Norte y aunque en la zona urbana de Huauchinango todo parece regresar poco a poco a la normalidad, en la periferia siguen los estragos de la gente que perdió todo.

Caminar por la ciudad sobre sus sendas empinadas hace que se encuentren historias como la de la calle 16 de Septiembre y Río Chiquito, donde la gente perdió todo. Después de 3 días las personas continúan están sacando el lodo que  llegó a las 9 de la noche del sábado pasado y cubrió cuatro viviendas.

Los vecinos que recibieron apoyo de los bomberos de Zacatlán, muestran –mientras señalan las marcas en las paredes- que el lodo alcanzó una altura de metro y medio, pero pudieron salir, sacando algunas de sus pertenencias, lo demás, lo perdieron.

Aseguran que desde hace cinco años se cayó una barda sobre el río y pese que existe una denuncia penal en contra del responsable, las autoridades no hicieron nada y el escombro acumulado generó que hoy sus habitantes no tengan donde dormir.

En ese lugar están los vecinos solidarios que han llevado comida caliente a la gente. Otros les han prestado un cuarto en lo que se secan sus habitaciones. Los damnificados esperan que el agua ceda, cuando se sequen sus moradas también verán si les sobra un mueble para que vuelvan a tener un lugar digno donde vivir.

De acuerdo a información de los vecinos fue Eloisa Velázquez Alvarado quien mandó a construir una barda sin cimientos lo que a la postre ocasionó el desvío del río.

Las imágenes de la tragedia se mantienen presentes y frescas en la memoria de los habitantes de la Sierra Norte quienes dicen que el 6 de agosto no lo van a olvidar.

Hoteles hacen su agosto 

La tragedia de Huauchinango fue aprovechada por los hoteleros del lugar, los cuales subieron los precios de las habitaciones sobre todo en el centro. Hasta la semana pasada, el precio por habitación oscilaba entre los 300 y los 360 pesos. Este martes por  el alquiler de una persona se cobraron entre 400 y 600 pesos

Fueron los medios de comunicación y funcionarios los que llenaron los cuartos de hotel, y entre lunes y martes era muy difícil encontrar una habitación disponible, incluso en los hoteles de la periferia. 

Temor a regresar

En otro punto, en la colonia Guadalupe ubicada en el cerro del Laurel, la gente sigue sacando sus pertenencias de lo que fueron sus viviendas, ya sólo quedan algunas personas mayores que a pesar del riesgo que corren se niegan a abandonar sus casas, los cimientos están al descubierto.

Doña Guadalupe espera encontrar un cuarto que le renten, pero verá con qué pagarlo ya que el maíz que cultivaba en la ladera del cerro quedó sepultado bajo el lodo. A unos metros de donde deberían verse mazorcas se escucha como pasa el río que cobró fuerza desde el pasado viernes.

En esta colonia, los vecinos que tenían casas hasta de tres pisos, hoy caminan por escaleras de piedra ya fracturadas y dicen que van a ver si consiguen otro lugar para vivir ya que tienen miedo de regresar.

Solidaridad en albergues

En medio de la tragedia se ve la solidaridad directa de la gente que llega a los albergues con agua, pañales o alimentos enlatados a los albergues donde los damnificados duermen en colchonetas.

Elementos del Ejército Mexicano mantienen el Plan DN-III y atienden a las familias refugiadas que se encuentran tanto en el Recinto Ferial como en el Tecnológico de Huauchinango.

Tlaola incomunicado

Los reporteros de los medios regionales, señalan que ahora el principal problema lo encuentran en Chicahuaxtla, comunidad del municipio de Tlaola, mismo que quedó incomunicado con la caída del puente El Tepetate.

Aseguran que ahí la tragedia pudo haber superado por mucho lo ocurrido en Huauchinango y es que se trata de uno de los lugares más pobres que existen en la región.

El delegado de Liconsa, Juan de Dios Bravo Jiménez aseguró que en las tiendas Diconsa – Liconsa, ubicadas en Tlaola se metió el agua pero no mojó los productos y hay suficiente abasto para atender a la población.