La diputada por Acción Nacional, Erika Patricia Valencia Ávila, presentó un exhorto para que los municipios eliminen los concursos de belleza, pero además la elección de reinas o princesas para las festividades, a considerar que se mantienen los estereotipos sexistas.

A pesar de que en la mayoría de los municipios hay tradiciones de más de cien años, como la elección de la Reina del Huipil en Cuetzalan, donde se elige a la mujer indígena más hábil en diversas actividades, y en otros lugares como Zacatlán la Reina de las Manzanas, la legisladora presentó el punto de acuerdo para eliminar cualquier certamen de este tipo.

El documento señala que “se exhorta respetuosamente a los 217 municipios del Estado de Puebla, para que se abstengan de promover y/o realizar concursos, certámenes de belleza, elecciones de reina y princesa, y/o cualquier otra forma de competencia en la que se evalúe, de forma integral o parcial, y con base en estereotipos sexistas, la belleza o la apariencia física de las mujeres. Y que en su defecto promuevan la igualdad de oportunidades, la no discriminación y contenidos no estereotipados de mujeres.”

En su argumentación, indica que la violencia que se ejerce en contra de las mujeres y niñas es una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos no solo en México, sino en todo el mundo. Además, las consecuencias de este tipo de violencia no solo se reduce a elementos físicos, también existe un perjuicio en el ámbito económico, social, psicológico y familiar, que terminarán por afectar la vida de una mujer tanto el corto como en el mediano plazo.

Valencia Ávila señaló que la violencia simbólica es una de las múltiples expresiones de violencia cometida en agravio de las mujeres, y puede encontrarse en discursos, imágenes, construcciones sociales cotidianas, textos pedagógicos, mensajes publicitarios, chistes, refranes, eventos sociales y culturales, entre otros.

Explicó que el término de violencia simbólica es cuando se ejerce violencia indirecta y no físicamente directa, en contra de los dominados, los cuales no la distinguen claramente o son inconscientes de dichas prácticas en su contra, por lo cual son "cómplices de la dominación a la que están sometidos”.

“Visto de esta manera, la violencia simbólica parte de estrategias construidas socialmente, reforzadas en esquemas asimétricos de poder, los cuales se caracterizan por reproducir roles sociales, posiciones sociales, género, categorías cognitivas o representaciones de estructuras mentales que invisibilizan esta forma de violencia y al final terminan siendo aceptadas por la sociedad”.

Sostuvo que es una forma de violencia invisible, implícita o subterránea que esconde una matriz de relaciones de subordinación de la mujer hacia el hombre; y toma como base fundamental el arbitrio cultural y la naturalización de determinados comportamientos y valores que resultan dañinos hacia las mujeres.

“Sobre esto, a las mujeres constantemente se les mandata por parte de la sociedad, que deben construir su identidad a partir de estereotipos aceptados socialmente como “femenino”, el cual incluye, entre otros aspectos el ser físicamente bella para los demás, el tener un buen cuerpo, sin importar que para ello una mujer, tenga que sacrificar su bienestar e incluso su propia vida”.