La NASA publicó en agosto un comunicado poniendo las cosas en su slugar. Para empezar, el cometa, procedente de la nube de Oort, una remota región del Sistema Solar, solo tiene 3,5 kilómetros de diámetro. Es demasiado pequeño como para alterar la órbita de un planeta o provocar terremotos. Y no lo vamos a tener más cerca de 35 millones de kilómetros de distancia. No existe razón para la alarma ni hay forma alguna de que perjudique a la Tierra.
En realidad, el cometa Elenin es tan débil que se está desintegrando. Imágenes tomadas por astrónomos aficionados revelan que cada vez brilla menos, lo que significa que ha salido muy perjudicado de su máxima aproximación al Sol. El cometa ha perdido cohesión y sus posibilidades de supervivencia son muy escasas. Es muy probable que no vuelva a acercarse al astro rey.