Desde el primer instante en que fue nombrado como miembro del equipo de transición del gobierno del estado en temas económicos, Pablo Rodríguez no ha hecho otra cosa que cometer yerro tras yerro.
Su falta de oficio y su protagonismo excesivo lo llevan diariamente a tropezarse con sus propias palabras, convirtiéndose en un verdadero chivo en cristalería.
Aunque él cree que tiene enemigos más peligrosos, la realidad es que el peor de ellos es el músculo que lleva entre los maxilares.
Con su lengua, Pablito ha puesto en riesgo su puesto, su futuro político —si es que lo tiene—, a su partido y principalmente a su jefe.
En uno más de sus exabruptos, la semana pasada Pablito culpó a la prensa del resultado de la Feria de Puebla 2011.
¡Vaya, vaya!
Ahora resulta que nosotros vaciamos los tendidos de El Relicario, derrumbamos la estructura del Palenque, cancelamos los conciertos y hasta fuimos los causantes de esa tepachera kermés.
Que el señorito asuma su responsabilidad. Si no puede, ¡que renuncie!
Si no le cabe, que no reparta.

Manga ancha a fumadores
Debo confesar que la aplicación de la “Ley Antitabaco” no está en mi agenda de preocupaciones, probablemente por no ser un fumador consuetudinario.
Sin embargo, existen muchos activistas empecinados en que se aplique esta acción legal, para evitar que se siga fumando en los espacios públicos.
De ahí que en el sexenio pasado, en la mayoría de las oficinas gubernamentales, se tomó la medida de convertirlas en espacios cien por ciento libres de humo, incluida Casa Aguayo.
Por una razón que desconozco, la nueva administración estatal decidió dar marcha atrás, permitiendo que se fume en este edificio.
El reportaje que hoy se publica en la primera plana de Intolerancia Diario, firmado por Jorge Castillo, retrata a la perfección la incongruente medida.
Aunque el acto como tal —para mí— no es un asunto de extrema gravedad, sí revela la falta de interés de los nuevos funcionarios en atender temas que pueden repercutir en contra de la imagen del gobernador.
Dos preguntas:
¿Por qué diablos recular, cuando el paso de convertir Casa Aguayo en edificio libre de humo ya se había dado?
¿Con qué autoridad van a exigir a los comercios que cumplan con la “Ley Antitabaco”?
Por eso, estamos como estamos.