Medio conozco la Sierra Norte de Puebla; hace unos días recorrí algunos municipios de la carretera interserrana, después de Zacatlán rumbo a Ahuacatlán, sobre el camino y en cada tope, salen niños pobres con su rostro de infancia olvidada y ofrecen en pequeñas bolsas de plástico aguacates pequeños, moras y duraznos por solo diez pesos; no comprarles se siente feo, las cosas por estos lugares tal parece no han cambiado en años, la pobreza les persigue.
Estos municipios recobran vida solo los fines de semana; los domingos que son días de plaza los indígenas hacen sus pocas compras, no hay dinero, ese día las autoridades municipales es cuando más atienden a sus gobernados; unas veces bien, otras mal, depende de la disposición y voluntad de los ediles.
En días recientes fui por el municipio de Juan Galindo (Necaxa) para llegar a la junta auxiliar de Tenango de las Flores, que pertenece a Huauchinango.
Juan Galindo es un pequeño pueblo, en la mayoría de sus casas hay banderas de huelga, mensajes y leyendas alusivas al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); aún se percibe el auge que dejó la empresa desaparecida, el local del SME luce desierto y sólo se escuchan las transmisiones de la radio turbina, como para no olvidar su significado en esta región.
En 10 minutos uno llega a Tenango de las Flores. Es una junta auxiliar como muchas que hay en el estado, olvidada, marginada y con muchas exigencias sociales y económicas; hace años una administración municipal les construyó su camino pavimentado que al mes se descompuso.
Lo bueno es que el actual edil auxiliar, Martín Gutiérrez, fue electo por una mayoría de sus habitantes; es un personaje luchón, bragado y sensible con la gente humilde, que busca hacer muchas cosas. Seguro que el tiempo no le alcanzará y tampoco las pocas participaciones que le entregan.
Hace faenas con la gente y no tiene para pagarles, quiere que Tenango sea un pueblo para el turismo, pero creo que la Secretaría de Turismo en Puebla no sabe que existe.
Tienen un mercado vistoso y colorido de plantas, flores de todo tipo, arboles y bambú; los fines de semana llegan infinidad de visitantes de muchas partes de Puebla y hasta de otros estados para comparar flores y plantas.
Es un lugar en donde la naturaleza se ha portado medio generosa con ellos, pues con los viveros les da para medio sobrevivir; ahí, frente a la presidencia auxiliar, hay una laguna que abastece en tiempos de lluvia a la presa de Necaxa.
Ahora que medio llueve luce bien. En ésta, hace muchos años se filmó la película Tizoc, con Pedro Infante y María Félix, que obtuvo en un festival de cine de Berlín el oso de plata; aún conservan la casa y el árbol en donde “el indio Tizoc se embelesa con la niña María”. Pero qué creen, pues un ayuntamiento pasado construyó junto a la laguna una cancha de basquetbol y simplemente rompió el entorno natural, además se ve muy fea.
Bueno, pues ni Ángel Francisco Trauwits Echeguren y tampoco Amy Louise Camacho se han dado una vueltecita por Tenango, por lo menos para impulsar el turismo, cuidar la laguna y preservar las aves y la flora, o ya de “a perdis” que los difundan por su página de internet.
El presi desde hoy previene los aguaceros torrenciales que se dejan caer por la sierra; está “a las vivas” con la seguridad, pide apoyos; hace unas semanas, cuentan, el hijo de un regidor circulaba borracho en su troca y pues que lo mete al bote; después, otro borrachín golpeó a su mujer, y también a la cárcel.
Son 16 mil habitantes, es un pueblo más grande que Juan Galindo, necesitan un proyecto de ecoturismo para dar trabajo y que la cadenita de comercios siga generando una economía familiar que medio ayude a los demás.
Lo malo es que tienen un pequeño camión para la basura, una patrulla destartalada sin faros a la que se le cae la defensa; los dos policías que tienen, con las tres armas que les dio el municipio —y luego sin “parque”—, no podrían hacerle frente a la inseguridad que por esta región que va para Tuxpan y Poza Rica es muy peligrosa.
Su paisano, el secretario de Seguridad Pública, don Ardelio Vargas, debería apoyar y capacitar también a las Policías Auxiliares de estos rumbos, “por si las moscas”.
En la presidencia auxiliar, aunque usted no lo crea, trabajan con dos o tres máquinas de escribir que solo tienen el cascarón y usan cinta de tela, les faltan escritorios, computadoras y sellos para hacer oficiales sus documentos.
En el pueblo hay buenas casas, pero otras —la mayoría— son de láminas de cartón, paredes forradas con hule y usan letrinas; la gente sigue pobre, hay una colonia con damnificados por el pasado huracán que azotó la sierra.
Cada vez que llueve sólo se encomiendan a Dios, sus escuelas requieren ayuda, la mayoría de los jóvenes que estudian se van a Huauchinango o Puebla, otros trabajan en Poza Rica, Tulancingo o el Distrito Federal.
En la laguna hay seis lanchas para dar paseos, tres son de un jubilado del SME y tienen motor, mientras que las otras tres usan remos; el trabajo resulta para los lugareños desigual, porque el del SME se ampara en un permiso de la capitanía que nada tiene que ver.
En el mercado de flores hay dos grupos; un líder quiere cobrar creo 300 pesos cada semana y nada ingresa al ayuntamiento auxiliar.
Con el tiempo ha crecido el municipio de Huauchinango y amenaza con extenderse hasta Tenango, en donde hay una colonia; la gente está molesta por el abuso de sus límites.
Como todas las juntas auxiliares, estas tienen que depender del ánimo o buen trato de sus presidentes municipales, y siempre las participaciones que les otorgan son insuficientes.
La gente pobre por lo menos requiere apoyos para sus chozas y que tengan piso, ellos también merecen ser contemplados en el tema de la “generatividad” para pensar en su futuro, que la verdad no es nada halagador.
Necesitan activar la economía regional de la sierra, impulsarla y generar su desarrollo; hasta los pequeños constructores piden chamba. El tejido social de estos lugares puede debilitarse, su pobreza y marginación ahí sigue, los niños seguirán ofreciendo sus bolsas de frutos para medio ayudar a sus familias.