Jessica Veloz Martínez, de 29 años de edad, llegó a Puebla procedente de Coatzacoalcos, Veracruz, para realizarse una cirugía de nariz.
El otorrinolaringólogo que la atendió fue Fernando Ramírez Oropeza, quien tiene su clínica particular en Tehuacán Sur 96, colonia La Paz, aunque también atiende en la clínica Los Ángeles y en el hospital La Paz, en Acatlán 24.
Por alguna razón —que se presume es negligencia médica— Jessica murió por edema cerebral severo, pero antes estuvo en coma y a la familia de plano le dijeron que ya nada podía hacerse, en caso de que quedara viva estaría vegetando.
Jessica dejó de existir y por alguna razón hasta el momento no justificada, el personal de trabajo social del hospital La Paz, donde estuvo internada, no dio parte al Ministerio Público de Homicidios pese a que su muerte no fue como consecuencia de una enfermedad natural y se presumía negligencia.
Aún más, los padres de Jessica —por razones igual de extrañas— no tuvieron un solo contratiempo para que se extendiera el certificado de defunción, que no fue firmado por el otorrinolaringólogo sino por el anestesista, además de que también hubo facilidades para que de inmediato el cuerpo fuera preparado para ser trasladado a Coatzacoalcos. Incluso, mientras se hacían los preparativos los permisos municipales fueron tramitados con la misma rapidez.
En Puebla jamás se hubiera sabido de la muerte de Jessica, si no es que alguien ¿por broma? alertó a la Procuraduría General de Justicia (PGJ) que en la funeraria Cristo Rey estaban rellenando el cuerpo con cocaína para que fuera llevado a Veracruz.
Quien hizo la llamada llevaba la intención o de ganar tiempo para denunciar —aunque fuera en forma anónima—, o de que las autoridades se dieran cuenta que se estaba ocultando una posible negligencia.
En la funeraria los encargados no permitieron que el cuerpo de la joven fuera revisado, les dijeron que si no llevaban una orden entonces que se fueran, y así ocurrió.
Pero todo cambió cuando la carroza fúnebre que llevaba el cuerpo de la infeliz mujer fue interceptada y trasladada a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), donde fueron cerradas las puertas de entrada y salida para que el cuerpo fuera revisado por peritos de la Dirección de Servicios Periciales, ;demás de que fueron interrogados los familiares y los empleados del traslado y de nuevo, —por alguna razón que usted y un servidor desconocemos— no se tocó el tema de la extraña muerte de una joven que llegó a una cirugía de nariz, luego quedó con muerte cerebral y finalmente murió.
El caso de Jessica debe de ser investigado a fondo por la PGJ porque ocurrieron muchas irregularidades legales. La principal, que el Ministerio Público no fue enterado de la muerte de la joven de 29 años de edad, además de que en las investigaciones del supuesto cadáver con droga tampoco se hicieron averiguaciones profundas y sí un breve interrogatorio.
Coincidencias, pero no en la legalidad
El 27 de noviembre del 2010, Verónica Vanessa Cervantes Porras, de 27 años de edad, ingresó a la clínica de Dermatología y Estética de Puebla, ubicada en la 20 Sur 2539, para realizarse una operación estética en la nariz. Algo pasó que la joven perdió el conocimiento, luego se recuperó y fue dada de alta. Días después falleció como consecuencia de un paro cardiaco.
En esa ocasión sí intervino el Ministerio Público de Homicidios, y al respecto dio entrada a la Constancia de Hechos 464/2010/AEH.
La PGJ de la administración pasada anunció que iba a realizarse una investigación para determinar si hubo o no negligencia tras la muerte de Verónica Vanessa, en este caso contra el médico Arístides Arellano Huacuja, lo mismo dijo la Comisión Estatal de Arbitraje Médico (Coesamed), y las investigaciones hasta el momento continúan.
La duda es ¿por qué esta nueva administración de justicia no abrió una sola investigación por la muerte de Jessica Veloz Martínez, de 29 años de edad, cuando en la administración pasada sí se abrieron investigaciones por la muerte de Verónica Vanessa Cervantes Porras, de 27 años de edad?
Lo mejor está por venir, ¿para quién?
Nos vemos cuando nos veamos
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