“A cinco leguas de Puebla, fundada en un fértil valle (…) maravilloso, casi de primavera, donde se recogen más de 100 mil hanegas de trigo, maíz y otras semillas y frutas con que la villa es rica y sus vecinos de mucho trato (…)”
Así describían en los escritos históricos muy diversos personajes que en la época de la Nueva España visitaban esta región: Antonio Vázquez de Espinoza, fray Alonso de San Juan, fray Toribio de Motolinía, Juan de Ovando y fray Juan de Torquemada; entre otros.
Atlixco se incorpora a la organización colonial —como el resto de las poblaciones de la Nueva España— por la evangelización y el establecimiento de los colonos, encomenderos o repartidores; sin embargo, su importancia data desde los primeros pobladores que se asentaron al poniente del cerro de San Miguel —hoy los Solares Grandes— de origen teochichimeca, chichimeca y xilanca, todos bajo el dominio de la gran Tenochtitlan, fundando el pueblo entonces conocido como Quaquechollan, “águila que huye”. Esta región fue escenario de luchas entre grupos indígenas de Calpan, Huejotzingo y Cholula que se disputaban la posesión de este valle.
A la llegada de los españoles, el poblado ya era nombrado como Acapetlahuacan y los cronistas refieren que el licenciado Juan de Salmerón inició el repartimiento de tierras, y se inicia la evangelización sistemática con un convento franciscano y la iglesia que data de mediados del siglo XVI y que fue “la primera que en aquella parte se fundó dedicada a la Visitación de Nuestra Señora, hay seis religiosos que administran cerca de dos mil indios que viven en los solares”, como lo escribía fray Agustín de Vetancurt en 1697, con lo que se intuye que en Atlixco inicia la consolidación de la obra franciscana en el valle de Puebla.
Los cronistas refieren que Pedro del Castillo y Cristóbal Ruiz de Cabrera fundan la Villa de Carrión, los cuales fueron los primeros alcaldes ordinarios de lo que después se convertiría en una de las ciudades más pujantes de su época, reconocida como el “granero de América” por su exitosa producción de trigo, pero también como escribió fray Toribio de Motolinía “tenían sus viñas, huertas, granadas (…) como tiene este valle mucha agua de pie, siembran y cogen cuando quieren, muchas veces acontece estar un trigo acabado de sembrar, y otro que brota, y otro en porreta y espigando, (…) y el pan de este trigo en extremo es muy bueno (…) y hay muy grande aparejo para criar seda, es tan buena que dudo haber otra mejor ni tan buena en toda la Nueva España”
De ahí que habitantes españoles a través de Alonso Díaz de Carrión en 1574 solicitaron el título de Villa, que fue concedido tal y como consta la primera acta de Cabildo de fecha 22 de septiembre de 1579, determinándole el título con el nombre de Villa de Carrión y autorizándosele un escudo de armas, según el informe de “comisión del oidor Salmerón que ‘por vista de ojos’ se cercioró de las tierras que se darían a labradores españoles, sin perjuicio de terceros ni de indios”.
Atlixco se convirtió después en un señorío, Felipe V concede el título de primer duque y señor de Atlixco a don José Sarmiento de Valladares y ya para la época independiente el general Nicolás Bravo, entonces presidente de la República, le otorga el título de Ciudad de Atlixco un 14 de febrero de 1843.
A través del tiempo diversos acontecimientos han ido marcando la historia y la importancia de Atlixco, enfrentó los ataques de norteamericanos y franceses durante el siglo XIX; el triunfo del batallón “Libres de Atlixco”, dirigido por el general Joaquín Rea en contra de los primeros en 1847 y en el enfrentamiento en la hacienda La Trapera, con tropas del general Antonio Carvajal frente al ejército francés que en 1862 se disponía a tomar la plaza de Puebla y que motivó el reconocimiento del presidente Benito Juárez que consideró “sin el triunfo del 4 de mayo en Atlixco no hubiera sido posible la victoria de la batalla de Puebla”.
Hechos heroicos que le otorgaron en 1998 la declaratoria de “Ciudad Heroica” y en el año 2010 el Congreso poblano declara a Atlixco “Dos veces Heroica”.
Atlixco, ciudad de un gran potencial, vio nacer la industria textil, es reconocido nacional e internacionalmente por su producción de flores y plantas, su gastronomía, su historia que incluye el primer dato de registro de nacimiento y defunción en Puebla de 1861 y sus tradiciones enmarcadas en casi todo el mes de septiembre de cada año, desde que empieza la fiesta con los “aficionados” hasta cuando se reúnen el último domingo del mes, las once regiones culturales de Puebla para celebrar el festival Huey Atlixcáyotl que desde 1965 se lleva a cabo en el cerro de San Miguel, cerrando la serie de actividades que enmarcan la fecha en la que se funda la Ciudad de Atlixco doblemente “Heroica” un 22 de septiembre de 1579.

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