Imagine el lector a un grupo de policías, preventivos por supuesto, que realizando un recorrido de vigilancia detectan un vehículo que a ellos se les hace sospechoso porque el conductor trata de que no lo vean e incluso acelera el paso de su unidad.
Imaginen ahora que los uniformados, en este caso del estado, interceptan la unidad y al momento de que obligan a bajar al conductor, porque dicen que tenía las placas alteradas, éste les dice que es un asaltante, que se anda escondiendo después de que participó en el asesinado de dos mujeres adultas en una casa de la colonia La Paz.
Caso cerrado.
¿Para qué queremos policías investigadores, en este caso ministeriales?
Un delincuente solito, nada más con ver a un grupo de policías, le sale de su ronco pecho la confesión de un doble crimen así de la nada.
Ahora imagine el lector que el jefe de estos “muchachitos” —don Ardelio Vargas Fosado, secretario de Seguridad Pública— al enterarse de la espontánea confesión, “con el único ánimo de colaboración”, se encuentra a unos reporteros y orgulloso les dice “tenemos aclarado el caso de las muertes de María de Jesús y María del Pilar, de apellidos Astrain Lozada, ocurrido en la calle Tlaxco 133 de la colonia La Paz”.
Pero luego resulta que el “famoso” criminal pasó a ser “testigo de oídas” y que del crimen de ambas mujeres nada está aclarado.
¿Usted qué pensaría?
¿Qué se están vacilando a nuestro señor gobernador?
¿Qué le están dando “atole con el dedo” a los poblanos?
Y otra pregunta, si usted fuera funcionario y estuviera enterado de la “metida de pata” de sus policías, ¿qué haría para evitar primero el descrédito y después una justa demanda por abuso de autoridad y lo que resulte?

Del manual para evitar demandas por abusos y torturas
Jorge Roberto Galindo López, de 40 años de edad, actualmente se encuentra arraigado en el motel Avia, ubicado en la 8 Oriente 2614 de la colonia El Cristo, quien le concedió el arraigo, a petición de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), fue la jueza segunda de lo Penal, Rosa Celia Pérez González, dentro de la averiguación previa 130/2011/AEHO; el arraigo es el 1/2011 y termina el 21 de octubre a las 22:30 horas, es decir, sólo por 15 días.
Galindo López, “el testigo de oídas”, fue acusado por el delito de cohecho, luego de que los elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP) que lo detuvieron dijeron que les ofreció 200 mil pesos y una camioneta Dakota a cambio de su libertad, eso después de que “confesó” haber participado en el robo a la casa de las mujeres adultas que fueron asesinadas a golpes, pero que además fueron torturadas con armas blancas.
Me olvidaba comentarles que la “confesión espontánea” de Jorge Roberto fue hecha ante los policías que componen el “Equipo de Inteligencia” de la PEP, entre los que se encuentra Antonio Hernández Pacheco, placa 2373, quien coincidentemente fue demandando ante el Ministerio Público por haber privado de su libertad y torturado a un comerciante de ropa, a quien además le saquearon su casa.

“Sí, yo mate y violé a la Caperucita Roja”
Jorge Roberto Galindo López rindió dos declaraciones con relación a su detención; primero, ante la Agencia del Ministerio Público de Homicidios, donde narró vida y obra de varios vecinos del barrio del Tamborcito que están implicados en una serie de asaltos y robos, entre los que se encuentran el de la casa de las mujeres adultas señalando como “principal sospechoso” a Miguel Muños Ortega “El Roto”, como uno de los autores materiales, pero en esta declaración no dice haber participado, sino que “se enteró” porque este sujeto y otro más lo habían invitado “a un jale”, pero se negó porque dijo no quería tener problemas legales.
En la segunda declaración, antes del arraigo, dijo que nada de lo que los policías informaron —y después obligaron a declarar— era cierto, que los uniformados, que estaban vestidos de civil, lo habían detenido a las 12:00 horas del 5 de octubre, que lo mantuvieron encerrados en una de las oficinas donde se ubica el cuartel general de la Policía Estatal; que durante más de seis horas lo tuvieron vendado, amarrado de pies y manos, que lo sentaron en un sillón y luego lo acostaron boca arriba para echarle agua con gas en la cara, le golpearon el estómago para que tomara el contenido de una cubeta, que le dijeron que iban a traer a sus familiares y que les iba a pasar lo mismo.
Luego de ese “tratamiento” estaría dispuesto a confesar que él mismo planeó y ejecutó “el crimen de Colosio”, además de ser “Mata Zetas”… ¡lo que quisieran!

Fue sin querer queriendo
A Jorge Rodolfo Galindo López no le pudieron comprobar que haya participado en un doble homicidio, además de que la versión de que el asaltó y el robo “se lo aventó” Miguel Muñoz Ortega “El Roto”, no concuerda con la declaración del mismo. Así fue presentado y negó todos los cargos, además de que no fue arraigado.
Entonces, la única forma de justificar la actuación de los uniformados —que repito, no investigadores—, fue acusarlo y arraigarlo por cohecho.
Y las historias que faltan por ser contadas.
Nos vemos cuando nos veamos.