La desfachatez y el cinismo con el que se mueve la mayoría de nuestros diputados locales para cumplir con las órdenes provenientes de la casona de Los Fuertes no deben sorprender a nadie.
Difícilmente se podía esperar otra cosa de los priistas agachones, acostumbrados a recibir línea del gobernador; y aunque esta vez el habitante de Casa Puebla no emana de su partido, parecen no entender la oportunidad histórica que el destino les abrió para ser una bancada opositora, crítica e inteligente.
De los legisladores provenientes de la alianza que llevó al morenovallismo al poder, era lógico esperar la conducta entreguista que día a día vemos en el Congreso local.
Salvo la obligada postura de José Juan Espinosa, el resto muestra abiertamente su dependencia total de un Ejecutivo que cuenta con 40 burócratas a su servicio.
Las aprobaciones de las reformas electorales, de la “ley mordaza”, de la designación del auditor estatal y de muchas otras acciones dejan en claro el burdo trabajo de los supuestos representantes de la sociedad.
Pero lo más grave del caso es la próxima desbandada que se registrará al interior del Congreso, debido a que un número importante de diputados dejará el cargo para buscar diputaciones y senadurías.
¿En razón de qué méritos buscarán un nuevo cargo de elección popular?
Si un antecedente los respalda, este es su entreguismo a ultranza.
¿Qué otra cosa podemos esperar de ellos, que no sea que en San Lázaro o en Xicohténcatl obedezcan incondicionalmente a los intereses del presidente de la República?
Díganme un nombre que se salve.
Evidentemente, el premio que recibirán cerca de una docena de diputados locales no será por sus méritos legislativos, sino por su obediencia.
Algo así como darle un premio Eukanuba a tu mejor amigo.

De activista a burócrata
Disfrazada de activista social y de académica preocupada por defender los temas de transparencia,  me vendió la idea de ser una mujer dispuesta a erradicar la opacidad con la que se oculta en Puebla el manejo de la información pública.
Debo confesar que le compré su historia y que pensé que sería una luchadora incansable en esta materia, pese a que proviene de la alianza que hoy gobierna en Puebla.
Sin embargo, ayer me di cuenta de que pasó de activista a empleada gubernamental, y que su curul es un escritorio más del Ejecutivo del estado.
¡Qué pena!

La puja por el Senado
La lucha por colarse a uno de los dos espacios de la fórmula priista al Senado parece ir tomando forma.
El forcejeo local ya rebasó las fronteras poblanas y el viernes pasado apareció el tema en diarios nacionales. La columna “Rozones”, del creciente diario La Razón, asegura que Guillermo Aréchiga y Enrique Agüera empiezan a tomar la delantera, coincidiendo con algunas columnas locales que han manejado esta misma fórmula, con lo que parece que se va despejando la incógnita.
Falta poco, muy poco para que en el CEN del PRI terminen de deshojar la margarita.