Los dirigentes partidarios estatales del Movimiento Progresista (PRD, PT y Movimiento Ciudadano) están procediendo mal, sus lecturas políticas sobre la actual coyuntura electoral son equivocadas y procesan de manera incorrecta las candidaturas de las izquierdas en Puebla.
No se trata de hacer invitaciones sin ton ni son a cualquier miembro del PRI por el solo hecho de que están enojados al no ser contemplados por su partido para ocupar algún cargo de elección popular. Aquello de estar presumiendo y dando nombres de presuntos candidatos tricolores es una soberana “jalada” política.
De aquellas peligrosas y perversas relaciones de lo que fue la oposición con el mundo de personajes del sistema priista, quedan los favores y los contactos, por eso muchos de ellos piden la interlocución, se reúnen para desayunar y tomar café, con el objetivo de ser contemplados en las listas de candidaturas y, por ende, que los dirigentes de los partidos de la llamada izquierda los apoyen e impulsen.
Con sus referentes nacionales, tribus, corrientes, padrinos y dirigentes nacionales hablan y lo primero que dicen es que dichos “personajes” del Revolucionario Institucional tienen a las “masas sociales”, que gozan de cabal salud política y “ética” entre la opinión pública, además que son importantes dirigentes en Puebla y que generaran una “gran escisión al interior de sus filas partidarias”, que miles y miles de militantes saldrán con ellos.
Nada más falso que lo anterior, las propuestas de hombres y mujeres del PRI lo único que representan son al viejo sistema y nadie tiene nada.
Cometen un gran error las izquierdas al apostarle a los cuadros del pasado régimen político, lo mismo sucederá si piensan que de esta forma podrán resquebrajar al Revolucionario Institucional, lo que es una falsa ilusión política.
De ninguna manera se puede comparar la candidatura del exgobernador poblano Manuel Bartlett Díaz con las otras que andan sonando. En nada se parecen y nadie le alcanza los talones del que fuera uno de los últimos exsecretarios de Gobernación federal que siguen presentes en la vida política del país.
La propuesta de este personaje del PRI se tejió “arribita”, son “chaquetas mentales” las que algunos dirigentes estatales se hacen al patentar su candidatura. Don Manuel es él y el único que se representa a sí mismo.
Les guste o no a algunos izquierdistas poblanos, pero Bartlett Díaz será candidato al Senado de la República por el estado de Puebla por parte del movimiento progresista que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
El asunto es fácil y pragmático, este tipo de candidaturas son las que de verdad interesan a AMLO, y así se “cocinan” otras más en diversas partes del país, con otros actores y representantes de la sociedad civil. López Obrador y sus cuadros más cercanos son los únicos quiénes las “amarran y cocinan”.
Con el claro objetivo de atraer miles de votos, de reconstruir contactos al interior del PRI para tejer redes de confianza política con sectores empresariales y sociales, para contrarrestar las maquinarias o aparatos electorales, para debatir y ganar, pero sobre todo para jalar hacía el proyecto del “amor” al voto de los indecisos, en un proceso electoral muy competido y de tres.
En Puebla podrán ponerse las cosas color de hormiga si el exgobernador Mario Marín Torres decide apoyar y hacer todo lo que esté en sus manos en favor de quien fuera su maestro, jefe y amigo: Manuel Bartlett Díaz.
Para ambos significará un gran triunfo político, pero más aún “ideológico”, derrotar a la derecha poblana, una de sus obsesiones históricas que siempre han tenido y defendido.
Las candidaturas que impulsen las izquierdas en Puebla deben tener ese objetivo, de nada servirán proponer e inventar nombres como lo hacen hoy. Tienen que ser opciones reales de triunfo, ganadoras, competitivas y que disputen palmo a palmo a las alternativas del PAN y el PRI.
De nada servirán candidaturas simbólicas, militantes, míticas, viejas y “caudillescas”, menos las que se inventan o aquellas que se proponen solo para “robarse” el dinero que les entregan para hacer campaña electoral.
Pareciera ser que los pobres dirigentes locales de la coalición izquierdista no leen correctamente las líneas de trabajo de lo que será la campaña obradorista. La cosa va en serio, el cambio de estrategias, el manejo del discurso político, los nuevos escenarios, la coordinación de la campaña y el nuevo rumbo que ha tomado la candidatura presidencial de la izquierda así lo indican.
Andrés Manuel quiere ganar en julio de 2012 y va por el poder, las estructuras partidarias medio le sirven, sin embargo no le son fundamentales. Se cansó de confrontar, ahora quiere construir y busca jalar la voluntad del votante de las clases medias e indiferentes.
No quiere hacerle campaña a nadie, quiere candidaturas como la de los empresarios en el norte del país, de expriistas como Manuel Bartlett, conocedor de las entrañas del propio sistema político, no “pipitilla”, quiere activistas sociales con prestigio, intelectuales, mujeres, jóvenes que compitan y le den cuerpo a su campaña.
Presunta Izquierda