Don Ardelio Vargas Fosado, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del gobierno del estado, sigue dando de qué hablar. Apenas terminó el año 2011 donde fue señalado de “espía espiado”, regresa en busca de los titulares de diarios locales e incluso nacionales.
En este momento un servidor no va a abordar los temas de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, donde enviaron recomendación al secretario por los abusos que ordenó se perpetraran en Chignahuapan, donde por cierto el ombudsman no tomó en consideración la violación a sus derechos de los compañeros periodistas que fueron despojados de sus cámaras de video y a quienes les coartaron el derecho de informar. Tampoco se va a abordar el tema de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que también ya le pidió cuentas a nuestro secretario por su peculiar estilo represor. Estos comentarios serán en breve.
El tema que en estos momentos preocupa y compete es que don Ardelio, presumiendo de ser uno de los hombres más informados y de contar con los más altos servicios de espionaje, no se haya dado cuenta que en zonas como Huauchinango la delincuencia organizada no sólo esté asentando sus reales, sino que están peleando por “la plaza”, y se haya atrevido a declarar en una entrevista que esta ciudad es una de las “más tranquilas de Puebla”.
Lo declaró aún a sabiendas de que un agente del Ministerio Público y toda su familia fueron “levantados” golpeados y amenazados por atreverse a consignar a dos de los miembros del Cártel del Golfo. También a sabiendas de que otros hechos violentos se habían registrado durante los últimos días del año 2011 y los primeros del 2012.
Las preguntas serían:
¿En la Sierra Norte del estado, no funcionan los servicios de inteligencia gubernamentales?
¿Será que el titular de la SSP tiene espasmos de pérdidas de memoria cuando está siendo entrevistado de cómo se encuentra la zona de donde es oriundo?
¿Habrá algún tipo de compromiso para que pase desapercibida la zona de Huauchinango, Zacatlán y Chignahuapan, entre otras, para que las autoridades policíacas se hagan de la vista gorda de lo que realmente está ocurriendo?
¿Quién pompó?

De salidas y relevos en la SSP
No está usted para saberlo ni un servidor para contárselo, pero don Ardelio ya planteó de nuevo la posibilidad de presentar su renuncia para anexarse a las campañas políticas federales en busca de la Presidencia de la República, pero además ya recomendó en su lugar a Segismundo Doguin Garay, quien actualmente es su subsecretario de Seguridad Pública.
De esta forma, Vargas Fosado planteó cómo “resolver” que se anexe a una campaña política sin dejar de manejar los hilos de la seguridad pública de Puebla, y está tan seguro que el gobernador lo va a apoyar que incluso ya reorganizó el organigrama cuando determine tomar sus maletas, dejar su traje de represor y ponerse una camisa que intente convencer que es la “alternativa del orden”.
Lo malo de todo esto es que don Ardelio ignora —o al final le vale— es que no todo el gabinete de Moreno Valle está de su lado, pues hay quienes opinan que no le han aceptado la renuncia porque prefieren tenerlo cerca que lejos “regando confidencias”.
Otros prefieren pensar que el gobernador ya está preocupado de que su secretario de Seguridad Pública siga con la pinta de represor y que está a punto de asignarle otra tarea o de darle una salida digna, sobre todo porque no se quiere pelear con quien aún está cerca de los hombres del poder a nivel federal.
¡Sí que se echaron encima un tigrito!

El narcotráfico de heroína, asunto pendiente
Lo que sí debe de resolver nuestro secretario de Seguridad Pública es el tema del narcotráfico de heroína que se está generando desde Morelos para Matamoros, Atlixco, luego la Romero Vargas y toda la ciudad de Puebla.
La droga sintética que hasta hace algunos meses era considerada para uso de viciosos de escasos recursos ya circula en las altas esferas sociales, principalmente en los centros de diversión y abastecimiento de alcohol de juniors y uno que otro empresario.
Los nombres de quienes se encargan de distribuirla en considerables cantidades se encuentran en su escritorio y muy cerca de su oficina.
El mismo secretario debe saber que uno de los elementos de la desaparecida Policía Metropolitana —le apodan “Caballo”— actualmente destacado en el Secore de Libres, y que es uno de los hombres que se encargan de trasladar este tipo de mercancía para beneficiar a una de las principales “jefas de la heroína” apodada “La Tita”, su pareja sentimental.
Estos dos personajes —“El Caballo” y “La Tita”— fueron quienes organizaron las emboscadas para que al menos cinco distribuidores de cocaína salieran de la “jugada”, al ser detenidos por la Policía Estatal, con tal de dejarles el manejo casi único de la plaza.
Ya basta que todo el “personal de inteligencia” de la Policía Estatal siga presentando vendedores de diez grapitas de droga.
¡Ya pónganse a trabajar!