Por ahí hubiera empezado el secretario de Seguridad Pública del estado, Ardelio Vargas Fosado, ya que decidió “tranquilizar” a los poblanos que han sido víctimas de los excesos policíacos de sus “angelitos” y con palabras que reconfortan —como un diálogo padre e hijo— dijo que “la ley lo faculta para utilizar la fuerza necesaria a fin de establecer el Estado de Derecho”.
¡Con razón¡ Qué equivocados estábamos todos, los “chingadazos son por nuestro bien”, ¡para nuestra seguridad!
Las familias que respiraron gas lacrimógeno, que tuvieron que correr de los “toletazos”, que fueron agredidas por elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP) durante un “operativo” en el interior del mercado Jorge Murad, también conocido como “La Fayuca”, no fueron madreados por la uniformada, “sólo los estaban protegiendo”; de verdad, qué mal pensados somos.
Los detenidos sin ninguna justificación durante otro operativo, el de la 46 Poniente, a quienes después tuvieron que liberar con un “usted disculpe”, tampoco les violaron sus derechos humanos; es más, no los detuvieron, los apartaron de la “gente mala” que camina por esas calles, no fuera que los asaltaran, por eso mejor los “trasladaron” en sus camionetas, los llevaron a comer y después les dijeron que se regresaran a sus casas.
Las familias de la zona de Chignahuapan que fueron desalojadas con balas de goma, donde un grupo de periodistas fue despojado de sus cámaras, fueron “castigados con unas nalgaditas”, para que no se les ocurriera meterse en terrenos ajenos, solo que no les dijo “quien los mandó a madrear” y sobre todo bajo qué argumento real.
“No vamos a llevar a Puebla a un caos”, sostuvo Vargas Fosado al tiempo que suspira satisfecho de la “tranquilidad” que ha traído a Puebla.

Operativo leer el informe al revés
El lunes, don Ardelio Vargas decidió hablar de todo, de los operativos que realizó durante 2011, del reconocimiento de que “sí es un represor” pero “por el bien de los poblanos”, pero lo más importante, desempolvó sus reportes sobre delincuencia organizada y en lugar de leer que “en Puebla no hay crimen organizado”, leyó al revés y dijo que sí hay.
Reconoció incluso que hay casos donde son rebasados por los cárteles que operan en Puebla, como lo ocurrido en Ahuatla, donde sicarios de Veracruz llegaron a “ajustar cuentas” a sus rivales cuando estos estaban en un velorio, mataron a dos y dejaron heridos a tres, luego se retiraron sin ser molestados; “no es mi bronca” debió haber pensado.
Lo que don Ardelio no mencionó es que todos los “operativos” para inhibir a la delincuencia organizada han fracasado, que la Sierra Norte y Oriente de Puebla no tardan en ser disputadas por organizaciones criminales perfectamente asentadas.
Que en Tehuacán, donde el lunes se registró un fallido doble secuestro de dos menores de edad, la delincuencia opera sin restricción alguna; que en la zona de Esperanza es un “paradero de asaltantes de transportes”; que vía Morelos, Matamoros, Atlixco, Cholula y Puebla pasa la droga conocida como heroína y que se esta quedando en los “antros” de esas ciudades, además del de Puebla.

Los motivos reales
La intención del secretario de Seguridad Pública al hablar a “calzón quitado”, no tiene otro motivo más que el Primer Informe de gobierno, donde uno de los temas más importantes que se van a tocar son el de la Seguridad Pública y don Ardelio quiso adelantarse, o le recomendaron que se adelantara, para que le “reste problemas” a su jefe y amigo, sin importar que con el informe adelantado vaya en contra de la costumbre de que el gobernador sea, antes que todo su gabinete, el que informe en que situación se encuentra el estado de Puebla.
Ardelio Vargas dio pormenores de sus operativos, pormenores que no fueron plasmados en un boletín de prensa —quién sabe por qué fue—, donde intenta justificar que las recomendaciones que en su contra presentó la Comisión de los Derechos Humanos de Puebla, además de la Interamericana.
Claro que en su adelantado informe omitió que Puebla es uno de los estados donde “la trata de personas” es una constante, donde extranjeros, que son dueños de baratos hoteles y moteles, se enriquecen con la prostitución femenina y masculina contando con la colaboración de personajes de la política y de la policía.
Tampoco dijo porque ya no se hicieron más operativos en “La Fayuca” y la zona de la 46 Poniente.
¿Miedo o contubernio?
No se preocupe, todo se lo vamos a explicar.
Nos vemos cuando nos veamos.