Si algo reflejaban los rostros de los priistas poblanos con el arribo a Puebla de Peña Nieto, era la ilusión y la esperanza por recuperar el poder perdido.
Recuerdo perfectamente la frustración y desencanto en las caras tricolores de aquella noche del 2 de julio de 2000, las cuales vislumbraban que una tormenta se les vendría encima.
Sin embargo, la militancia priista poblana logró sobrevivir durante una toda una década sin la parternidad presidencialista, hasta que la arrogancia los llevó a perder también la gubernatura.
A doce años de distancia, el aparato priista da muestras de haber aprendido de las dos derrotas presidenciales y empiezan a mostrarse mucho más aplicados que en 2000 y 2006.
Concretamente en Puebla, el priismo tiene claro que esta es la última llamada a sobrevivir.
Sin el poder presidencial y el estatal no hay otro camino que ganar o morir, y esa simple posibilidad los tiene prácticamente al borde del desquicio.
Por lo pronto, el tiempo volará y en muy poco tiempo sabremos si la resurrección alcanza a los poblanos de los tres colores.

Peña ante la masa
Dividido en cuatro encuentros, Peña tuvo tiempo para acercarse a la bufalada, al igual que para encontrarse con los directores de medios y hasta para convivir con los hombres del dinero en este estado.
Habituado a los encuentros de masas, Peña se dejó querer por la desenfrenada militancia con aroma y el folclor del viejo y nuevo PRI.
Sin duda, en los dos eventos grandes el goldenboy ratificó el carisma que lo convirtió en el abanderado de su partido, con los empujones y forcejeos de rigor en un escenario calculado para 5 mil y al que llegaron unos 7 mil.
Para cualquiera no priista, una turba como la de ayer sería indignante, pero para los tricolores es parte de su idiosincrasia.
Un mitin sin apretones, hedor y “torteada”, es como un partido de futbol sin goles.

Peña y el escarceo mediático
En otro escenario, con evidentes precauciones Enrique Peña se encontró con directores de medios, periodistas y uno que otro colado, en donde se condicionó su presencia a un formato sin preguntas para el candidato.
Pese a las precauciones, Peña Nieto se encontró con un ambiente nada hostil y se abrió de capa con los comunicadores de Puebla, con la foto colectiva al finalizar la breve reunión.

Peña con los hombres del dinero
Y el último de sus eventos fue una comida privada con una veintena de empresarios, quienes convivieron un par de horas con el candidato presidencial.
Acompañado de sus hijos Pepe y Ramón, don José Chedraui abrió las puertas de su casa a Peña y sus 15 invitados.
A la reunión asistieron los siguientes personajes: Gilberto Marín Quintero, dueño de Mabesa (Chicolastic); el textilero José González Cobián; el inmobiliario Julián Ventosa Tanús; el textilero Jesús Kuri; José Valderrama y José Arturo Huerta, de la industria automotriz; José Cernicchiaro; Héctor Sulaimán y Carlos Sánchez.
Peña Nieto llegó acompañado de tres miembros de su equipo: Enrique Jacob, de enlace empresarial; el diputado Jesús Alcántara y el secretario de Finanzas del PRI nacional, Jorge Estefan, quien comandó el encuentro y presentó a cada uno de los invitados.
Así fue como culminó la primera visita de Peña Nieto, candidato único del Revolucionario Institucional a la Presidencia.