En México, el término “político ratero” debe ser considerado como un pleonasmo, no así el de “político pendejo”, el cual se limita sólo a contados personajes. De ahí la respuesta obligada para quienes exigen pruebas en contra de los funcionarios corruptos que reza: “los acusamos de rateros, no de pendejos”.
Viene al caso este comentario por todas las huellas que dejó en el camino el exsecretario de Salud del gobierno marinista, Alfredo Arango, lo cual abrió el camino para convertirlo en el chivo expiatorio del sexenio anterior.
Residencias en los fraccionamientos más exclusivos de esta y otras ciudades, cuentas bancarias y una lista interminable de tesoros fueron más que suficientes para justificar su detención a tres días de distancia del informe morenovallista.
Ante el descaro con el que Arango se movió desde que culminó el sexenio marinista, la desfachatez con la que se paseó por todos los restaurantes de la Angelópolis y con todas las evidencias que dejó en la secretaría, era cuestión de tiempo para que la guillotina cayera sobre su pescuezo.
Es más, si Alfredo Arango logró pasar las fiestas navideñas en el calor hogareño, fue gracias a que el informe de gobierno es el 15 de enero.
Resulta evidente que el expediente y la averiguación ya estaba armada, y que encarcelarlo en diciembre no representaba ningún plus mediático para Moreno Valle, por lo que fue archivada unas semanas para ejecutarla en vísperas del informe.
Sobre todo, cuando tenían la certeza de que Arango se paseaba como Pedro por su casa sin sospechar absolutamente nada.

La versión oficial habla de enriquecimiento ilícito
En esa lógica, y a manera de conclusión, yo diría que si encarcelaran a todos los políticos que se hayan enriquecido ilícitamente, tendrían que abrir un Cereso del tamaño de Lomas de Angelópolis para dar cabida a tanto ladrón con licencia.
Y conste que en ese rubro, se podría incluir a funcionarios de sexenios anteriores y en un futuro no lejano a los de la administración que está corriendo.
Por lo pronto, sabiendo que la ley en Puebla se utiliza de manera selectiva, Arango fue “distinguido” como el primer representante de todos ellos.
Sin duda, un golpe certero y muy oportuno, a tres días del primer informe de gobierno, lo que confirma que en política las casualidades no existen.

Los cuatro alfiles morenovallistas
Más allá de las críticas que puntualmente Intolerancia ha realizado en este primer año de gobierno, hay que reconocer que existen cuatro secretarios que han rendido frutos, muy por encima del resto del gabinete.
Sin duda, la mano política de Fernando Manzanilla ha servido para que autoritario estilo del gobernador no convierta a Puebla en un polvorín.
Destacar el trabajo del secretario general de Gobierno es un tema obligado, y habla del equilibrio y liderazgo que Moreno Valle necesitaba para mantener la gobernabilidad en el estado.
Quienes también han ganado bonos adicionales son Antonio Gali, Luis Maldonado y Jorge Aguilar Chedraui, de Infraestructura, Educación y Salud, respectivamente; los cuales han dado evidentes resultados a un gobernador insaciable.
El trabajo de estos cuatro personajes contrasta con la ineficiencia y mediocridad del resto del gabinete, el cual ha pasado con más pena que gloria y en donde Pablo Rodríguez es el mejor ejemplo.
En una próxima entrega abundaré en este tema, pero en el caso de estos cuatro funcionarios, el trabajo salta a la vista. Nobleza obliga.