Luego de un largo día de conmemoración del Día Internacional de la Mujer quedan una serie de preguntas sin respuestas. En principio se debe reconocer el avance que existe en términos de condiciones y oportunidades hacia el género femenino.
Quienes pertenecemos a esta generación hemos sido testigos de los cambios registrados a lo largo de los últimos 30 años. Nuestras madres no fueron tan afortunadas, pero —como dicen— no puede extrañarse lo que jamás se ha tenido, pero con ser testigos de las transformaciones que hay están conformes.
El asunto tan trillado de la equidad de género, la igualdad laboral y económica, así como la repartición de responsabilidades en el nuevo modelo de familias, es para nuestra generación el mayor logro, sin embargo aún no podemos cantar victoria. La cultura mexicana sigue influyendo de manera contundente y aunque duela reconocerlo, somos nosotras mismas quienes nos hemos puesto límites, originados por tabúes absurdos que simplemente no nos dejan ser libres.
Ayer, la mayoría de las mujeres recibimos felicitaciones por parte del “generoso” sector masculino. Pero, y entre nosotras ¿cuándo empezaremos a reconocernos? ¿Cuándo dejaremos de pensar que el triunfo de otra mujer es consecuencia de un buen cuerpo, una linda cara e incluso un favor de índole sexual?
Vergonzosamente nuestra naturaleza femenina nos impide tener la suficiente sensatez de reconocer que alguien, que no es una misma, puede ser exitosa en el ámbito profesional (independientemente del sector al que pertenezca) por el simple hecho de tener inteligencia, capacidad y astucia.
Alguna vez alguien me dijo que actuamos como los cangrejos dentro de una tina. Si uno de estos logra escalar la pared para salir, el de abajo lo jala instintivamente, con el fin de hacer lo mismo, pero en su intento ni uno ni el otro. Nada más cierto y parecido a las mujeres que esto.
Sería un gran avance si el género al que pertenezco empezara a respetarse, pues me queda claro que el gran rezago es propiciado por nosotras mismas. Nadie es tan santa ni tan golfa. Todas somos simplemente mujeres.
Animal Politico