Claudia Hernández cumplirá su palabra y se mantendrá al frente del Comité Municipal del PRI pero no precisamente porque así lo deseara, sino por que sus aspiraciones de ocupar la candidatura a diputada federal por el distrito 9 no le alcanzaron. Será su amiga Lucero Saldaña, secretaria general del tricolor, quien se enfrente en las urnas contra el neoaliancista Luis Alberto Arriaga y la panista Blanca Jiménez.
El tan deseado distrito 9 de la capital —ubicado en la zona norponiente de Puebla— no quedó en manos del eterno aspirante Julián Hadad, quien por cierto siempre se asumió como el elegido del Comité Ejecutivo Nacional a través de su íntimo amigo Ranulfo Márquez. A Víctor Manuel Carreto y a Alejandro Cruz tampoco les alcanzaron sus canicas.
Ante lo complejo del panorama electoral, principalmente en Puebla capital, pareciera que el Revolucionario Institucional tuvo que sacarse de la manga un candidato por la pésima operación política de quienes en su momento dirigían al tricolor.
Si bien Lucero Saldaña ocupó un escaño en la Cámara alta, fue por el desafortunado fallecimiento de Rafael Cañedo Benítez —de quien era suplente— pero no por eso cuenta con un nivel de conocimiento ante el electorado. Hay que recordar que la exsenadora ha buscado ser candidata por cualquiera de los cuatro distritos de la capital sin siquiera aparecer en las encuestas.
El reto al que se enfrenta la priista es el distrito 9 va más allá de la imagen del candidato presidencia Enrique Peña Nieto. Saldaña se enfrentará a dos personajes que en noviembre de 2007 contendieron por la diputación local en la misma demarcación. Es decir, no sólo tiene como desventaja sus bajos niveles de conocimiento y aceptación, sino que sus contrincantes políticos no solo conocen el distrito también se conocen entre ellos.
Ahora, la señora Lucero la tiene muy, pero muy difícil.