Aún se desconoce el tiempo exacto de su ingreso al negocio de las drogas; Felipe Almazán Castorena llegó desempacado del estado de Morelos, lo primero que hizo fue ponerse en contacto con autoridades federales, del estado y del municipio a quien les propuso un “jugoso negocio”: el de la venta de la heroína.
Almazán Castorena ubicó su casa en la zona de Atlixco, punto intermedio entre Izúcar de Matamoros y la ciudad de Puebla, donde se conoce la ruta de la droga identificada como heroína. Desde ese punto entabló negociaciones con otros vendedores del mismo alcaloide, principalmente los que se ubican en la zona de la Romero Vargas en la ciudad de Puebla, que primero fue plaza del cártel de “Los Zetas” y después se distribuyó en pequeños grupos, uno de estos capitaneado por un elemento de la Policía Preventiva Estatal (PPE) y su amante.
De esta forma, la distribución del alcaloide inició en Matamoros, a donde llegaba la droga procedente de Morelos e inició la ruta de Atlixco, las dos Cholulas, además de la ciudad de Puebla comenzando a incrementarse su venta no solo en adictos de pocos recursos económicos, sino además de juniors que acuden a los “antros” de la Isla de Angépolis, los de Cholula —principalmente de la avenida 14 Oriente—, además de la avenida Juárez en la Ciudad de Puebla, donde compiten con la venta de cocaína.
Aparte de los sobornos mensuales —rentas— a las que Felipe Almazán se comprometió con las autoridades policíacas, también se comprometió a “acercarles” a otros vendedores para que “le entraran con su cuota” y todo parecía “miel sobre hojuelas” hasta que una de las corporaciones policíacas le subió la cuota mensual y Almazán se negó. Como consecuencia, en las próximas horas va a ser ingresado al Penal de San Miguel.
Lo que aquí le comentó es parte de una queja llegada a esta columna por quienes estuvieron al tanto de los “enjuagues policíacos” y decidieron que la Procuraduría General de la República (PGR) debe investigar a fondo y sancionar a funcionarios corruptos que alentaron el incremento de la venta de drogas como la heroína.
Las drogas en Puebla y el olvido de don Ardelio
Por qué será que en la Sierra Norte y Oriente del estado, una de las preocupaciones de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) es la de inhibir el delito del “narcomenudeo” y la portación ilegal de armas de fuego, y en la capital del estado les dio por permitir el libre tráfico de las mismas, entre estas la cocaína, principal alcaloide que ha dejado cuantiosas ganancias no solo para quienes las venden, sino también para quienes lo permiten.
Para todos “los olvidadizos”, les va de nuevo las direcciones enviadas mediante quejas anónimas. “El Tampico” opera en la venta de droga por la Nacional, junto con “El Moco”; los apadrina una mujer que es hija de un tal Ismael, elemento en activo de la Policía Estatal Preventiva (PEP).
“El Zarco”, o Iván Vázquez Zarco, exconvicto del penal de San Miguel, procesado por delitos contra la salud, quien opera con la venta de cocaína y tachas. En Cholula, de manera especifica en 14 Oriente 411 —de San Andrés Cholula—, en un estacionamiento operan un hombre y una mujer que son hermanos de Fernando Santillán, detenido el mes pasado por delitos contra la salud, quienes dicen pertenecer a un cártel del crimen organizado. Alonso Rangel presume ser del cártel de “Los Zetas”, tiene un laboratorio donde se elaboran tachas; bajo sus órdenes trabajan “Filipo”, “Stich” y “Apick”. Además distribuyen cocaína.
“El Patotas” vende cocaína y otro tipo de drogas por la colonia 10 de Mayo, circula en un Neón morado. “El Morris” opera en el mercedo de “La Cuchilla”, tiene como su personal a sujetos apodados “El Aguacate”, “La Morena”, “El Pollos” y “El Sapo”, protegidos por un elemento de la Policía Municipal en activo.
“El Sonrics” opera desde un Radio Taxi Jetta, placas 7179SSE. Se moviliza por las colonias Balcones y Centro Histórico, además de la Juárez. “El Chaparro” circula en un Pointer negro, además tiene una casa en la colonia Constituyentes, en Artículo 2, manzana 16, lote 89 y tiene una manta de mariachi.
Jorge Zarza Juárez opera en un Mondeo negro, con todo y Nextel.
En Xilotzingo, un hombre que —con todo y carrito de tamales— se para frente al Oxxo y se dedica a la venta de cocaína. Una mujer, de nombre Eva, vende en la colonia Minerales en una “narcotienda” disfrazada de purificadora, con venta de materias primas además.
“Luigui” vende droga en la zona de la avenida Juárez y todos los “antros”. Mack dice ser de un cártel de las drogas, dice que este mismo le asignó como punto de venta de drogas todos los “antros” que se ubican en San Andrés Cholula. En San Felipe Hueyotlipan una banda de “cholos” denominada “6MS” se dedica a los asaltos a comercios, a casas habitación, a repartidores y a la venta de drogas; a su jefe le dicen “Bruce”, sus integrantes son “Went”, “Creel”, “Cosa”, “Asec”, “Demon”, “Groump”, “Feto” y “Trodeck”, entre otros.
En la zona de la Capu, de manera especifica en el salón El Rodeo, está “El Chore Verde”, quien es personal de seguridad.
“Rubén”, en el Corazón de León.
La unidad Z-19 de X-Cero, un tipo “güero”, alto y con “barba de candado”. Carla Lorena Rodríguez Montiel, hija del policía estatal Ismael, “patrona” del Maco, que opera en la unidad habitacional del SNTE. En el edificio 26, número 2, una casa amarilla, puerta blanca, en Plazuela 1, de Xilotzingo. “El Bam-Bam”, exconvicto del Cereso de San Miguel, es otro de los personajes que también se dedica al “narcomenudeo”.
Todos estos nombres forman parte de denuncias anónimas presentadas ante corporaciones policíacas, y a las que nadie hace caso.
Nos vemos cuando nos veamos.
La invasión de la heroína en Puebla
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