Aunque el gobierno estatal intente hacernos creer que el operativo realizado ayer en Tlachichuca fue exitoso, la realidad es que nuevamente el secretario de Seguridad Pública, Ardelio Vargas Fosado, demostró su ineptitud al enfrentarse con los pobladores de ese municipio con toda la prepotencia que le caracteriza.
La crónica de estos hechos, relatada por nuestro reportero Alfonso Ponce de León, deja en claro que para rescatar al funcionario estatal que se encontraba retenido Ardelio Vargas echó mano de toda la fuerza policiaca utilizando gas lacrimógeno y golpeando a los inconformes. Sin duda, las prácticas represoras del secretario de Seguridad Pública describen perfectamente el estilo con el que hoy se gobierna en Puebla, sobre todo si retomamos diversos antecedentes suscitados en operativos coordinados por el propio Vargas Fosado.
En lo que llevamos del sexenio, cuando menos son seis los operativos en donde la violencia y el autoritarismo fueron el sello impreso del morenovallismo.
El primer caso de represión fue en Palmarito Tochiapa, donde Ardelio Vargas arribó con 200 elementos de la Policía estatal paralizando a la población, sin que existiera ningún motivo real que justificara semejante movilización. Posteriormente, el encargado de la seguridad estatal hizo su arribo al municipio de Chignahuapan para operar la desocupación de un predio, golpeando a los pobladores que intentaron defender sus tierras y lesionando a decenas de personas, incluyendo a una mujer que resultó herida por un proyectil. En esa ocasión, tal y como lo demostró Intolerancia al publicar una grabación, Ardelio Vargas ordenó la agresión a un grupo de periodistas, a quienes arrebataron cámaras y grabadoras para borrar las evidencias de la artera agresión.
Un tercer ejemplo lo vivieron los comerciantes de la 46 Poniente, donde Vargas volvió a implementar un operativo del cual resultaron detenidas 54 personas, además de toneladas de mercancía incautada. El mega operativo terminó convertido en un rotundo fracaso, ya que los 54 detenidos fueron puestos en libertad en cuestión de horas, además de que les devolvieron toda la mercancía debido a que no hubo pruebas que demostraran que eran robadas. El cuarto operativo fallido se realizó en “La Fayuca”, donde nuevamente paralizaron la zona de la Capu con la presencia de cientos de elementos, quienes rociaron gas lacrimógeno y lesionaron a comerciantes, sin que demostraran de nuevo la procedencia ilegal de la mercancía.
El quinto operativo fallido sucedió el día de ayer en Tlachichuca, cuando se evidenció la falta de capacidad de Ardelio Vargas para rescatar al funcionario detenido por los habitantes de ese poblado, sin tener que hacer uso de la fuerza pública. Si bien es cierto, los pobladores cayeron en acciones ilícitas también es cierto que la función de la autoridad estatal es encontrar la fórmula para resolver conflictos sin desatar la violencia.
Lamentablemente, parece que Vargas Fosado no conoce otra forma de negociar que con el uso excesivo de la fuerza pública, con todos los riesgos que esto implica. El día de ayer hubo detonaciones de arma de fuego y una persona herida por un impacto de bala, lo cual se ha convertido en el sello de este gobierno.
Sin duda, estos cinco fracasos describen perfectamente al hombre que hoy tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad de los poblanos.

Chietla, la otra cara
A diferencia de estos cinco operativos fallidos, en un lugar en donde sí se requirió de un oportuno operativo de seguridad, Ardelio Vargas prefirió replegarse. Recordemos.
En el municipio de Chietla los habitantes tomaron presos a tres secuestradores. Al lugar llegó el secretario con un fuerte operativo para intentar tomar el control de los hechos. Ante la agresividad de los pobladores, Vargas Fosado decidió abandonar el lugar dejando en manos de los enfurecidos pobladores de Chietla a los secuestradores.
Acto seguido, le aplicaron la “ley fuga” a los tres plagiarios, asesinándolos en la huída, ante la ausencia de la autoridad estatal.
En conclusión, cuando realmente necesitaba actuar nuestro secretario abandonó el lugar.
Y lo peor de todo es que el señor parece inamovible en el gabinete morenovallista.
Por eso estamos como estamos.