La semana pasada Intolerancia Diario puso al descubierto la intención morenovallista de aprobar fast track una nueva reforma a la Ley Electoral en la que se contempla rezonificación de los distritos electorales locales, con el fin de favorecer al Partido Acción Nacional, de cara a la elección local de 2013, en la cual se renovará el Congreso del estado para un periodo de casi cinco años.
Por tratarse de una reforma cuya naturaleza requiere la aprobación de las dos terceras partes del voto de los 41 legisladores, el aval de la bancada tricolor resulta determinante. Y aunque la iniciativa morenovallista propone que los diputados trasladen la responsabilidad al Instituto Electoral para que sean los consejeros los que determinen la redistritación, para nadie es un secreto que estos obedecen a los intereses de Casa Puebla.
En esta lógica, vale la pena recordar que el 26 de julio del año pasado el gobernador Moreno Valle y el entonces presidente del CEN del PRI, Humberto Moreira sellaron el llamado Pacto de Estoril, en el cual acordaron la reforma electoral con la creación de la figura del “mini gobernador”, además de la ampliación de los periodos de alcaldes y diputados por única ocasión, con el fin de empatar las elecciones federales y locales en 2018.
A cambio del aval tricolor, el gobernador cedió en su propuesta de lograr una redistritación, que a todas luces beneficiaría a su partido, Acción Nacional. Para dar un mejor contexto a esta columna, me permito retomar la columna en la que relaté los alcances de ese encuentro:

Contracara
27 de julio de 2011

La faena de Moreira
A las tres de la tarde de ayer, aproveché las “perversas bondades” del Twitter para ventilar la reunión que sostenían en el restaurante Estoril de Polanco el presidente del PRI nacional, Humberto Moreira y el gobernador Moreno Valle, con Javier López Zavala, Juan Carlos Lastiri y José Luis Márquez como simples testigos.
El tema principal no fue otro que la Reforma Electoral y la postura que tomará la fracción priista en el Congreso local.
Mucho se dirá sobre el tema, pero es evidente que el miedo que los priistas poblanos le tienen al gobernador los llevó a resguardarse tras la figura de su líder nacional, para no cargar así con las represalias del mandamás poblano.
Aunque lo quieran negar, la negociación de ayer representará un traspié para el gobernador, quien no está acostumbrado a escuchar un “no” como respuesta, y evidentemente él quería que la ley pasara sin que se le cambiara una coma.
No dudo que la reunión se haya dado en los mejores términos, y que hasta hayan intercambiado chascarrillos, pero el preámbulo a este encuentro fue abiertamente bélico por parte del gobierno estatal.
Sin embargo, la figura de Humberto Moreira colocó al gobernador en una circunstancia de paridad, muy distinta a las condiciones en las que acostumbra negociar en esta aldea.
Sobre todo porque además del liderazgo nacional, y de la cercanía que tiene el exgobernador de Coahuila con quien podría ser el próximo presidente, también cuenta con una cercanía con Elba Esther Gordillo, incluso más estrecha que la de Moreno Valle.
Por cierto que, previo al encuentro, la maestra les dijo que los dos son sus amigos, pero que respetaría la postura y el resultado de la negociación.
Al final de la historia los priistas se salieron con la suya y que evitaron la redistritación; a cambio, le cedieron al morenovallismo el manejo de sus tiempos y proyectos políticos.


Tras la obligada cita, es evidente que el gobernador olvidó el compromiso adquirido y un año después busca salirse con la suya.
De ahí que ahora los priistas estén obligados a defender un pacto logrado por su dirigencia nacional en julio de 2011.
Habrá que ver de qué están hechos Fernando Morales y Edgar Salomón, a quienes les corresponde hacer la defensa de los intereses de su partido.
Tras las acusaciones que han recibido por la estrecha relación que ambos guardan con el gobernador, es evidente que de su postura dependerá su futuro político en las filas del PRI.
Veremos y diremos.