Retomando mi columna de ayer, es importante insistir en los vencedores y vencidos de la contienda del pasado domingo.
En política, las derrotas tienen un costo que debe pagarse, y las victorias un botín que se debe cobrar.
De ahí que sea obligado hacer un recuento de los hechos, para identificar a los personajes que se convertirán en presos de guerra, y a los que se colgarán las medallas por el triunfo obtenido en el campo de batalla.
Los vencedores
Tras la victoria de Enrique Peña Nieto hay otros personajes que desde la noche del domingo saborean las mieles del triunfo.
En ese círculo destaca el que sin duda será el líder moral de los priistas poblanos, y que no es otro que Jorge Estefan Chidiac. Para quienes conocen al secretario de Finanzas del CEN del PRI saben de su cercanía con Enrique Peña Nieto y su círculo cerrado. No sería extraño que sea incluido en el gabinete presidencial y que desde la capital maneje los hilos del priismo poblano.
Con Jorge Estefan gana también su equipo de operadores, entre ellos Héctor Sulaimán, José Antonio López Malo, Adolfo Káram y el diputado electo por Texmelucan, Carlos Sánchez. También ganaron bonos importantes Blanca Alcalá y Enrique Doger, quienes seguramente utilizarán sus triunfos electorales para catapultar sus proyectos políticos.
En la lista también debemos incluir al empresario José Chedraui, amigo personal del próximo presidente y operador financiero de la campaña en Puebla.
Y uno más, Juan Carlos Lastiri, quien supo manejar el timming político para entregar su candidatura al Senado, lo cual le será retribuido con una buena posición en el gobierno federal.
A grandes rasgos, éstos son los grandes vencedores del domingo.
Los vencidos
Ahora vayamos con quienes no paran de lamerse sus heridas.
Indudablemente el bando perdedor no es otro que el ejército blanquiazul, en donde su “general” terminó con un saldo rojo, con múltiples bajas en el campo de batalla.
Para nadie es un secreto que Rafael Moreno Valle signó el llamado Pacto de Los Fuertes, en el que se comprometió a abandonar a la candidata de su partido para darle el triunfo en Puebla a Enrique Peña Nieto; en el entendido de los riesgos que implicaba ser descubierto y señalado por alta traición.
Para su mala fortuna, su operación electoral fue insuficiente para detener el llamado efecto López Obrador, el cual terminó dando más votos al candidato de las izquierdas que a Peña Nieto, lo cual dejó muy mal parado al gobernador poblano ante los ojos del futuro presidente.
Es tan evidente el descalabro del inquilino de la casona de Los Fuertes, que mientras López Obrador ganó en Puebla, la candidata al Senado Blanca Alcalá se impuso a Javier Lozano por un amplio margen y el PRI ganó 12 de las 16 diputaciones en juego.
Es decir, que si de verdad el gobernador Moreno Valle quería ganar bonos con Peña Nieto, era obligado que este último obtuviera más votos en Puebla que AMLO. Lamentablemente para los intereses del Señor de Los Cerros, lo único que no ganó el PRI en Puebla fue exactamente la presidencia.
En conclusión, el saldo de la elección federal para Moreno Valle es alarmantemente negativo.
Digamos que el Pacto de Loreto terminó en el cesto de la basura.
El 1 de julio, vencedores y vencidos
PUBLICIDAD