Víctimas de la manipulación, los muchachos poblanos del autodenominado #yosoy132 desquician el ya de por sí caótico tráfico de la ciudad, so pretexto de condenar el supuesto fraude con el que ganó Enrique Peña Nieto.
La ignorancia de estos universitarios es tal que no se han percatado que en Puebla, que su fuente de inspiración: Andrés Manuel López Obrador obtuvo el voto mayoritario de los poblanos. AMLO, según el PREP, se impuso en 7 de los 16 distritos electorales a Enrique Peña Nieto. En consecuencia, qué protestan, qué exigen. Los resultados son claros: López Obrador ganó en Puebla.
Es evidente que su ignorancia es tal y sólo se dejan llevar, cual “vil borregos” del añejo PRI.
Además, cuántos de ellos habrán votado.
Y aún más, cuántos de ellos vigilaron las casillas.
Seguramente serán los menos.

¿Qué defienden?
En la elección al Senado defienden lo indefendible. Manuel Bartlett perdió la elección porque en Puebla hubo voto diferenciado. Porque la mayoría de los poblanos votaron por López Obrador, pero no por Bartlett y mucho menos por los diputados federales de la izquierda.
Sin embargo, manipulados por las declaraciones mediáticas de Bartlett, salen a la calle a denunciar un supuesto fraude. Sin duda, el burro hablando de orejas.
¿Sabrán estos jóvenes que don Manuel fue el que fraguó el fraude electoral que le impidió a la izquierda que encabezaba Cuauhtémoc Cárdenas llegar a la Presidencia de la República?
Seguramente no. Les falta estudiar la historia reciente de México.

¿Qué impugnar?
En el caso de Puebla, la izquierda vivió el mismo fenómeno de hace seis años cuando lanzaron a Verónica Mastretta y a Benita Villa Huerta al Senado; la primera no puso un solo pendón para no ensuciar la ciudad —o tal vez para no gastar— y la segunda no quiso que la vieran conviviendo con los izquierdistas; el resultado se vio claro: la gente les dio la espalda.
En esta elección, Manuel Bartlett le puso sabor a la contienda, pero sólo en los medios; hizo una campaña mediática y obtuvo los resultados. Su compañero de fórmula, Armando Etcheverry, fue incapaz de organizar un evento de manera independiente y, si lo hizo, pues nadie se enteró.
En el caso de la capital, Abelardo Cuéllar se vio activo, pero en el 11 a Julio Bravo nadie lo conocía, lo mismo sucedió con Gabriela Viveros y el mismo Mario Chapital en el 6, que ahora —como abogado— quiere ganar en los tribunales lo que no consiguió convenciendo a la gente.
La misma historia se vio en el interior del estado y el fenómeno se pudo repetir en otros estados del país.
Lamentablemente queda el dato de que un empleado del gobernador, Miguel Ángel de la Rosa, era el dirigente estatal del PRD y hay otros que no movieron un dedo para apoyar al candidato. Los votos de Andrés Manuel son de él, bien ganados, pese a los oportunistas que se dicen de izquierda.