En la pasada administración gubernamental, en las filas de la Seguridad Pública, se creo una organización o sindicato que fue identificado como “La Hermandad”, donde se encontraban bandos medios y altos de diversas corporaciones de seguridad, entre las que se encuentran la Policía Municipal, la del Estado, cuerpos de seguridad, custodia y personal de Tránsito, tanto del municipio como del Estado, cuyo líder principal era el comandante Héctor Guerra.
Esta “hermandad” fue acusada y señalada por todas las irregularidades que el lector se imagine, desde abusos y excesos hasta casos de corrupción que le comento no pudieron ser demostrados, sin embargo estos señalamientos fueron suficientes para enviar a esta organización al destierro, a grado tal que su principal líder moral actualmente sigue en la banda.
El “verdugo” para terminar con la “Hermandad” fue nada menos que el secretario de Seguridad Pública, Ardelio Vargas Fosado, quien en un arranque de “moralidad” desarticuló el grupo enviando a la mayoría de sus integrantes a delegaciones, bases de operaciones y a comandancias al interior del estado, a otros sólo les pidieron sus renuncias sin explicarles el motivo.
Con este “manotazo” a quienes tenían en control casi total de los cuerpos de seguridad los limitaron para cometer abusos, además de que fueron aislados.
El secretario Ardelio informó a su jefe directo, con el único que acuerda, que a partir de ese momento la corrupción en las corporaciones policíacas iba a terminar, pero no fue así.
“La Hermandad” era una organización de apoyo a las mismas corporaciones, pero con muchas responsabilidades, una de estas era la de no abusar de sus cargos y lo más importante vigilar fuera disminuyendo los actos de corrupción, y lo estaban logrando hasta que fueron desarticulados.
Hoy en día las corporaciones policíacas se encuentran bajo serios señalamientos de corrupción, principalmente las policías municipales, del estado y sobre todo los agentes viales del estado y los de tránsito del municipio. Además de que existe una desorganización tal que no existe compañerismo y entre ellos mismos se golpean por debajo de la mesa.
¿Y la hermandad?

Carolina Zabalegui ya enseñó el cobre
A cuatro meses de haber sido ungida como la Directora de Tránsito del Municipio de Puebla, Carolina Zabaltegui dejó ver “el cobre” y a través de sus jefes de sector ya dio inicio a varios “negocitos” que le están dejando considerables ganancias y que están “ocultos” a la vista de los encargados de vigilar las actividades de funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, me refiero a la Dirección de Asuntos Internos.
Resulta que los jefes de los sectores 2 y 4 de Tránsito del Municipio de Puebla ya dieron autorizaciones a choferes del transporte público para que se utilicen vialidades de circulación continua para sus propios paraderos, lo que representa “pago de permisos” que no ingresan a las arcas municipales.
Le comento como ejemplo los taxis que prestan servicio en la zona de Plaza Dorada, estos sólo tenían permiso para establecerse en el interior de la zona comercial y ahora se estacionan en una de las laterales del bulevar 5 de Mayo, lo que ocasiona problemas para la circulación de otros vehículos del transporte público y hace que las 2 entradas al centro comercial se conviertan en un conflicto vial que antes no existía, lo mismo pasa en la zona de Plaza Cristal, sobre la 14 sur frente al Hospital del ISSSTE, sobre el bulevar a Valsequillo donde camiones materialistas ya pusieron su propio mercado, todos ellos con permisos “por debajo del agua”, al grado de que ya ningún agente de Tránsito del Municipio los retira.
Lo mismo pasa con los microbuses que cubren rutas al interior del estado y que tienen como orden hacer sólo una parada y esto es en el interior de la Central Camionera, nada más que ahora les permiten detenerse frente al Mercado Hidalgo, lo que provoca serios caos viales, sobre todo a las horas consideradas como “tope”.
Quienes se hacen cargo de extender estos “permisos” son un comandante Galaviz, que se encuentra adscrito al Cuarto Sector y  a una Adriana, del Sector 2.
Quienes envían este reporte hacen un claro razonamiento, si estos 2 comandantes no tuvieran una aprobación de su jefe directo, entonces los permisos para los paraderos clandestinos no operarían con tal cinismo.