Ya que se habla mucho de demandas contra periodistas que cometan “delitos de daño moral”, ¿a nadie se he la ocurrido que también debe de haber sanciones a funcionarios que tergiversen la información?
Me explicó. En días pasados la Procuraduría General de Justicia (PGJ) y la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP) de manera conjunta dieron a conocer la detención de los elementos de la Policía Preventiva Estatal, Fermín Martínez Arroyo y José Donasiano Lechuga González, como quienes habían “levantado” a los periodistas de e-consulta y Milenio.
En la conferencia de prensa se presumieron estrategias en investigación que llevaron a la ubicación de los sospechosos, pero en realidad no se dijo cómo fueron detenidos.
Fue un chiripazo
Resulta que estos dos elementos, además de José Luis García López, fueron detenidos no por el asalto a los dos periodistas, sino porque estos tres uniformados y un mando de la misma corporación se metieron en la casa de un “narcomenudista” al que días antes detuvieron en posesión de marihuana y entre lo que le quitaron estaban las llaves de su casa.
Los uniformados fueron vistos por los vecinos cuando ingresaron a la casa y se llevaron todo lo de valor, incluido el tanque de gasolina que subieron a la batea de una camioneta oficial. Con este reporte, los uniformados fueron detenidos y resultaron sospechosos en otros robos, el de los compañeros reporteros, entre éstos. De las investigaciones que la PGJ realizó para ubicarlos no hay duda, pero la verdad no fueron detenidos en persecución de ese delito, los agarraron cuando habían cometido otro.
La pregunta que queda es: ¿Quién es el mando policíaco que se encuentra bajo investigación?
Policías, dedos y traidores
Es mentira que todas las detenciones que realizan corporaciones como la Policía Ministerial del Estado (PME), la Preventiva del Estado e incluso la Municipal, relacionadas principalmente con delitos contra la salud (o “narcomenudeo”) sean resultado de “brillantes investigaciones”; tras estas detenciones, en su mayoría existen informes aportados por sujetos que en una novela o película policíaca se les conoce como “soplones”, pero que en el argot policíaco se les denomina “dedos”.
La mayoría de estos informantes, por no decir todos, se mezclan en las mafias de las drogas, de los que se dedican a cometer robos y muchos de estos son adictos a las mismas drogas e incluso ladrones que se dedican al robo de auto partes, al atraco en unidades del transporte colectivo, al robo de carteras, incluso al robo de cadenas. Estos sujetos son los que se enteran dónde se ubican las “narcotiendas”, las casas de delincuentes o de otros delitos más que intercambian con policías, llámese preventivos o de investigación, a cambio de que les permitan cometer otros delitos o que “les conviden” de los aseguramientos, ya sea drogas u objetos robados, a los que “los dedos” identifican como “tacas”.
Esta misma “inmunidad” ha provocado que aparezca otro tipo de delincuente que tiene permiso para cometer delitos diversos, incluso con la complicidad de los mismos policías.
En este momento le voy a comentar de dos “dedos” con los que opera un grupo de la Policía Ministerial y la del Estado. Uno se llama Adrián Juárez, le apodan “El Charrascas”, este sujeto ha sido denunciado en varias ocasiones por delitos de robo, uno de éstos al despacho de un abogado. “El Charrascas” se dedica a ubicar y señalar a vendedores de droga; a cambio recibe parte de la droga que es asegurada, e “inmunidad” para cometer delitos.
El otro es Alejandro Cocotero, quien “trabaja” mezclándose en las mafias de las drogas para luego señalar a los “narcomenudistas” y a cambio le permiten cometer ese mismo delito en un negocio del mercado Independencia o a en su mismo vehículo, un Chevy Monsa blanco con placas del Distrito Federal.
Estos dos sujetos, y otros más, son los primeros artífices del trabajo que presumen las corporaciones policíacas, por lo que tienen toda la protección para operar en el delito que quieran.
Nos vemos cuando nos veamos.
¿Y quién castiga la manipulación de la información?
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