La llegada de Pablo Fernández del Campo al Comité Ejecutivo Estatal del PRI sorprendió a más de uno (y me refiero a más de un grupo político afín al tricolor) y es que la decisión de Pedro Joaquín Coldwell, líder nacional fue tomada casi en secreto y con el conocimiento y "asesoría" de unos cuantos.
Hubo quienes al medio día de ayer, se enteraban a través de redes sociales, que el joven exdiputado local sería su "líder" y la noticia para muchos fue un balde de agua fría pues saben a conciencia lo que eso representa; la muerte de sus aspiraciones políticas y la pérdida de cotos de poder dentro de las filas partidistas del tricolor ante el inicio de un importante año electoral para Puebla.
Aunque el discurso de Pablo Fernández del Campo fue acorde a la figura que ahora representa: “asumo con humildad la responsabilidad y la encomienda, y hago el compromiso público de incluir a todos los grupos políticos de Puebla y de la sociedad civil. En el PRI cabemos todos, y todos tenemos mucho por hacer. Estoy seguro que pondremos todo nuestro empeño para alzarnos con un triunfo contundente en el próximo proceso electoral”. Concluye la cita. La realidad es que Pablito representa, como cualquiera que llegara al cargo, intereses de un específico grupo priista: el marinismo.
Políticamente podría ser la tumba de los priistas pues no es necesario recordarle al lector la poca reputación con la que Mario Marín concluye su gobierno, sin olvidar que con ello pierde el tricolor la elección estatal; sin embargo hacia el exterior, hacia la población que no milita dentro de las filas tricolores el mensaje puede ser no sólo positivo sino una imagen de "renovación partidista"
Pablo es joven y aunque lleva en la espalda una terrible derrota electoral de hace apenas unos meses, cuando compitió para una diputación federal y fue derrotado por el neopanista Néstor Gordillo, exfuncionario del gobierno de Rafael Moreno Valle, la realidad es que a nivel estatal podría capitalizar su imagen a favor de su partido.
La responsabilidad que recae sobre Pablo Fernández del Campo no es sencilla pues se enfrentará a un proceso electoral complicado sino que se la jugará con todo en contra, pues aunque el priista Enrique Peña Nieto esté punto de gobernar el país, Puebla, su capital y su estado, aún están pintados de azul. Y para lamento de muchos, pareciera que con una tinta que no se quita fácilmente.
Pablo, la sorpresa
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