Este martes empezaron a circular las supuestas listas de candidatos a diputados locales por las vías de mayoría relativa y plurinominal. Sin embargo, hasta hoy no todo está dicho y las negociaciones siguen en pleno jaloneo. Hay quienes por obvias razones llevan mano y el ejemplo más claro es la posición de primer lugar en la lista que ocupará Pablo Fernández del Campo, líder estatal del tricolor.
Se manejan nombres como el de Leobardo Soto, representante sindical y cuota del gremio, quien también tiene amarrado su privilegiado segundo lugar. Sin embargo, el resto de los lugares son, hasta hoy, una cortina de humo pues no hay nada certero para Víctor Giorgana o para Víctor Gabriel Chedraui, por ejemplo, aunque ambos personajes ruegan por ello y advierten que como precandidatos lo merecen (¡por favor!).
Por la lista de mayoría relativa, es decir, aquellos que buscarán una curul a través del voto tampoco hay nada certero, pues la lucha de poder entre los distintos grupos políticos, las supuestas influencias a nivel nacional y el acostumbrado “cuánto cuesta ser candidato, lo pago”, las cosas se están poniendo feas para el partidazo y sus indefiniciones dejan en evidencia, de entrada, la falta de liderazgo y la ausencia de esa supuesta unidad del tan llamado “nuevo PRI”.
Manifestaciones, toma de instalaciones, renuncias a la militancia e incursiones a otros institutos políticos y lo más grave, riesgos de no recuperar lo que tanto anhelan, la mayoría en el Congreso y con ello, por supuesto, someter al mandatario estatal Rafael Moreno Valle, de quien —según— son acérrimos contrincantes (¡ja!) y, por supuesto, pintar de verde, blanco y rojo la capital poblana con el triunfo de Enrique Agüera.
Lo que no han analizado es que sus desmanes públicos sí llegan a la sociedad, que al final es quien vota y decide a quien quiere como su representante tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo. ¿Qué no tuvieron tiempo suficiente para resolver lo que se veía venir?
¿Usted cree que Enrique Doger, por ejemplo, se quedará con los brazos cruzados al no ser ungido candidato si le niegan las posiciones que exige? ¿O su discípulo, Iván Galindo, quien insiste en que merece ser candidato a diputado por tooodo el trabajo político que tiene? ¿O qué me dice de las ilustres mujeres priistas, quienes pretenden no sólo ser candidatas por los distritos más “fáciles”, sino ser patrocinadas por el propio Enrique Agüera?
La bomba la tiene Pablo Fernández del Campo en sus propias manos y si no da un manotazo, le explotará en la cara. Aún están en blanco algunos distritos de la capital y del interior del estado, y el reloj está en cuenta regresiva.