La denigración del ejercicio político en Puebla no tiene un mejor ejemplo que el del marinista Miguel Ángel Ceballos, quien este domingo se registró como candidato a la presidencia municipal por el Partido del Trabajo. ¿Qué no fue este personaje el primero que se manifestó a favor de las aspiraciones de Enrique Agüera Ibáñez?
Según el propio Miguel Ángel Ceballos, el tricolor lo orilló a aceptar la oferta petista, pues no tomó en cuenta sus aspiraciones (a diputado local) y “pagará (el PRI) las consecuencias de sus malas decisiones”. No se ría, lo dijo muy serio. Al marinista se le recuerda bien en la 56 Legislatura, pero no crea que por su trabajo como diputado local, sino porque solía llegar a la sede del Congreso local con dos edecanes con diminutas minifaldas y cuerpos voluminosos, a quienes contrataba para que lo atendieran a él y de paso a sus vecinos de curul (sirviéndoles café, no piense mal).
Hasta el sábado, el priista era responsable de la Secretaría de Organización del Comité Directivo Estatal, cargo que le quitaron de facto por su traición, pues —según el propio delegado Fernando Moreno Valle— quien se fuera de las filas del PRI sería un traidor. Hay que recordar que Miguel Ángel Ceballos acataba órdenes de Fernando Morales y en su momento del propio Pablo Fernández del Campo (sinónimo de Mario Marín). ¿Habrá sido ésta una orden? ¿O simplemente le llegaron al precio para alquilarse como marioneta de intereses que evidentemente no son propios del PT?
Lo que sí tuvo el cinismo de aclarar el también amante de las motocicletas Harley-Davidson es que no dejará de ser priísta, pues su militancia de más de 40 años es la muestra de sus ideales. Entonces, por qué mejor no cuenta cómo aceptó la candidatura del PT o cuánto cobró por hacer la payasada. En serio que entre más viejos más ridículos.
Sólo una duda más. ¿Miguel Ángel Ceballos sumará a sus voluptuosas edecanes a su equipo de campaña? Pregunto.