Las campañas apenas inician y con ellas un sinfín de falsedades disfrazadas de promesas. No es sorpresa para nadie que los candidatos a un cargo de elección popular (de todos los institutos políticos) tienen el síndrome del galán en conquista: “prometer y prometer hasta…”, dice el dicho.
 Las buenas o malas intenciones de quienes aspiran a representar al pueblo no son más que historias vistas, leídas y contadas, en donde lo único que no se sabe es quién representará la segunda parte después del 7 de julio. Hoy, nuevamente los poblanos nos tendremos que “chutar” rostros en espectaculares, volantes en cruceros, cierre de calles en nuestras colonias y la peor parte: discursos plagados de falsedad y que por desgracia no cambiarán ni para bien ni para mal nuestra mediana calidad de vida.
 Lo que sí es distinto en este proceso electoral es que con gobiernos, estatal y municipal, emanados del Partido Acción Nacional y federal del Revolucionario Institucional, la realidad es que ambos candidatos a la presidencia municipal de Puebla, Tony Gali y Enrique Agüera, tienen el mismo nivel de conocimiento, aceptación e intención del voto.
La guerra (aunque se rehúsen a llamarla así) puede ser ganada por cualquiera de ellos y, triunfe quien triunfe, los cadáveres serán inevitables, pues ambas partes se jugarán el todo por el todo. Hoy, cada propuesta, cada frase, cada mitin, cada declaración, estarán plagadas de balas mortales. Quien crea o piense que esta vez el proceso electoral será civilizado, está muy equivocado. De entrada, a 48 horas de haber iniciado campañas es evidente quiénes tienen su escuadrón mejor organizado, y no son los tricolores.