Los candidatos a diputados locales representan en cada elección local una parte fundamental para el aspirante a la presidencia municipal; sin embargo, pareciera que en este proceso electoral de Puebla son sólo dos los que intentan ganar una contienda y sus soldados simplemente no aparecen.
Diariamente vemos, leemos o escuchamos sobre las actividades de los dos candidatos a la presidencia de Puebla capital, Tony Gali y Enrique Agüera. Ambos, en una guerra de propuestas, actividades, eventos y hasta publicidad colgada están enfocados en llegar a la victoria. Ninguno de ellos, pese a visitar cabeceras distritales acompañando a los aspirantes a legislar, está en lo suyo y pareciera que optaron por el viejo dicho aquel que advierte “que cada quien se rasque con sus propias uñas".
¿O acaso usted conoce una propuesta de cualquiera de los que pretender ocupar una curul en la próxima Legislatura? Todos hablan de mejorar los servicios, de combatir el hambre, de crear empleos. Pero, ¿y las leyes? ¿Y las reformas que necesita el estado para entonces hacer crecer a Puebla como entidad?
Existen temas pendientes que desde hace dos legislaturas no han querido entrarle por miedo, ignorancia, tabúes o simplemente “mochilería” disfrazada de falsos argumentos. La ley de sociedades de convivencia, por ejemplo, que no han entendido los pasados y actuales diputados, que no se trata de un tema meramente de inclinaciones sexuales, sino de proteger legalmente a las personas que han vivido juntas (como pareja o no) en caso de que alguna faltara. O la despenalización del aborto, que aunque nos caracterizamos por vivir bajo el régimen católico que lo condena, seguimos viendo muertes de jovencitas que se someten a abortos mal practicados y/o en condiciones infrahumanas.
Algunos de los candidatos a diputado local, que en caso de triunfo estará sentado en una curul durante casi cinco años, ¿tendrán el valor, como aspirante, de levantar la mano y debatir con sus adversarios los pros y los contras de temas como los ejemplificados? Quién sabe. Los temas causan por sí solos polémica, y ponerlos sobre la mesa les puede quitar o dar puntos y seguramente ninguno de ellos querrá ponerse en riesgo. Y esto es a lo que realmente le llamo interés por el poder.
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