Las cosas siguen de cabeza en el Revolucionario Institucional y, mientras la dirigencia se rasca la cabeza pensando qué hizo mal, ya hay militantes que se mueven para salir en la foto. Es el caso del diputado federal Jesús Morales Flores, quien, además de sostener una extraordinaria relación con el actual mandatario, Rafael Moreno Valle (su primogénito trabaja en el gabinete), tiene el don de la negociación política.
El hermano del exgobernador Melquiades Morales Flores empezó a mover sus fichas con el claro y único objetivo de ser él y solamente él quien aspire a la mini gubernatura que todos desprecian y minimizan. El legislador priista tiene frente a sus ojos la posibilidad —dicen sus cercanos— de cumplir su sueño dorado y convertirse en la máxima autoridad en la entidad, aunque sea por poco tiempo.
Chucho Morales sabe que si no se lanza en esta ocasión sus aspiraciones de vida quedan sepultadas en el olvido y, entonces sí, será para siempre el hermano del gobernador con mayor popularidad en la historia de Puebla. Y es que la mini gubernatura es calificada como sólo un periodo de transición entre Moreno Valle y el candidato a gobernador que triunfe en 2018.
Hasta hoy nadie, absolutamente nadie dentro de las filas priistas ha sacado la cabeza para tal cargo de elección popular, pues los que quieren habitar Casa Puebla pretenden, lo desean, pero hasta dentro de cinco años. “Para qué una rebanada, si puedo tener el pastel completo”, ya advierten algunos.
Ante la situación, el señor Morales recorre silenciosamente el estado. Tiene controlada la zona de Tepeaca (distrito que representa) e inicia la expansión de su estructura que aunque hasta hoy pareciera poca, le aseguro, amable lector, el que no hace ruido puede lograr más que los escandalosos.
Al tiempo.