En este país de caricatura, en donde se celebra el triunfo del América —disfrazado de Selección Nacional— contra 11 jugadores de rugby como si hubieran ganado la Copa del Mundo, no puede parecernos extraño que un gobernador como el nuestro tenga una calificación aprobatoria, arriba de siete.
En nuestro México todo puede suceder, desde tener dos presidentes —uno legítimo y otro bastardo— o idolatrar a un guerrillero encapuchado, hasta haber sido gobernados por una primera dama.
Así de absurda y exótica es nuestra naturaleza y en cuestiones políticas y deportivas esto parece acentuarse.
Imagínense que hoy hemos hecho de un “Piojo” una deidad, y que tras un partido de 90 minutos ya hay quien le ofrece hasta a sus hermanas.
Sin duda, somos un pueblo necesitado de razones para olvidar y, de paso, para soñar con un mundo al que simplemente no pertenecemos.
El día de ayer los tres magnates de la comunicación —Azcárraga, Salinas y Slim— jugaron con las ambiciones de 100 millones de incautos, quienes daban la vida con tal de tener viva la posibilidad de que el Tri pisara Brasil en 2014.
Nadie nos explicó que el América pintado de Tricolor enfrentaría a 11 jugadores que difícilmente le darían batalla a los Lobos BUAP.
Pero eso era lo menos importante, lo relevante del partido jugado ayer en el Azteca es que los 100 millones de mexicanos que ayer vibraron con la “gesta” tricolor representan el negocio más importante para Televisa, Azteca y también para Carlos Slim, quien es el dueño de los derechos televisivos del Mundial.
Es evidente que a Nueva Zelanda le ganaría cualquiera de los equipos que jugaron el hexagonal de la Concacaf. Pero ante el júbilo generado por los medios deportivos, en este momento hay quienes piensan que con esos 11 jugadores que vapulearon a los Kiwis podemos aspirar a ganar la Copa del Mundo.
Está bien soñar, pero sin meterle al peyote.
Con “El Piojo” como técnico, y con los 11 de ayer, no pasamos de la primera ronda en Brasil.
Échenle un vistazo a los equipos clasificados y verán que no aparece el Cruz Azul, para voltearle la tortilla en tiempo de compensación.
Si se quiere soñar, hay que dejar a un lado los hongos alucinógenos para entender que se requiere de traer a los mejores, con un director técnico de verdadero nivel internacional.
Lamentablemente, los dueños del futbol en México están muy lejos de pertenecer a las grandes ligas. Digamos que son tan Piojos como el entrenador nacional.
Es evidente que esta selección es más aldeana que la abuelita de Marimar. Y que el roce internacional del “Piojo” y sus muchachos se reduce a la Copa de Campeones de la Concacaf.
Ya nada más falta que cuando quieran hacer campamento de altura, los traigan a entrenar a la Ruedota de la Fortuna, previa foto con el Señor de Los Cerros.
No quiero ser ave de mal agüero, pero con “El Piojo” y sus aguilitas en Brasil, que Dios nos agarre confesados.