El escándalo generado en el estado de Guerrero por el asesinato masivo de 42 estudiantes normalistas a manos de la policía municipal de Iguala le han puesto la soga al cuello al gobernador de ese estado, Ángel Aguirre.
En este momento, parece irremediable la renuncia, toda vez que el linchamiento mediático encontró en la figura del gobernador perredista surtió efectos.
En esa misma lógica, vale hacer una reflexión sobre la responsabilidad directa de Aguirre, en comparación con la del gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, en los hechos violentos de Chalchihuapan.
Más allá del número de muertos, es innegable que el gobernador de Puebla tiene mucho más responsabilidad por la muerte del niño José Luis Tehuatlie, que el Ejecutivo guerrerense en el asesinato de los 24 normalistas.
Veamos.
Si bien es cierto que en Iguala fueron arteramente asesinados 42 estudiantes a manos de la policía municipal, también es un hecho que en Puebla un niño murió por la acción directa de la policía estatal.
Para hacer un análisis justo, hay que decir que en el caso de Guerrero las acciones homicidas fueros perpetradas por la policía municipal, la cual no está al mando directo del gobernador, sino del alcalde del municipio de Iguala.
Además, el levantamiento y la ejecución de los jóvenes no fueron hechos públicos y abiertos, sino actos clandestinos, de los cuales no tuvo injerencia directa el gobernador.
A diferencia del caso Iguala, en Chalchihuapan la policia que actuó fue la estatal, que depende directamente del gobernador Moreno Valle.
Los acontecimientos violentos de Chalchihuapan fueron públicos y estuvieron siempre bajo el supuesto control de la policía estatal, al mando superior del Ejecutivo poblano.
Es un hecho irrefutable que en el caso Puebla se dio la orden de actuar en contra de los manifestantes, estando presente el secretario de Seguridad Pública del estado, Facundo Rosas Rosas, cuyo jefe directo es Rafael Moreno Valle, de quien se tienen elementos que señalan que tuvieron comunicación directa a través de su blackberry, mediante la cual se ordenó el desalojo.
En ese sentido, es obvio y evidente que Moreno Valle sí tuvo una participación tanto personal como a través de sus propios subordinados en los hechos que, entre otras graves violaciones a los derechos humanos, también provocaron la muerte del niño Tehuatlie.
En contraposición, al gobernador de Guerrero no se le puede culpar de haber tenido injerencia directa ni indirecta en el multihomicidio, toda vez que fue la policía municipal de Iguala la que abrió fuego en contra de los estudiantes, sin que Ángel Aguirre tuviera conocimiento de los hechos.
No se puede culpar a un gobernador de no estar en todos los rincones del estado al mismo tiempo, pero sí se le puede responsabilizar de los actos de su policía, en un operativo del que tuvo conocimiento de principio a fin.
Así las cosas, no me queda la menor duda que hay mucha mayor culpa de Moreno Valle en el asesinato de un niño, que de Aguirre por la muerte de los 42 normalistas.
Más allá del número de muertos, si se trata de ser justos, antes que la renuncia de Ángel Aguirre, debe darse la de Rafael Moreno Valle.
Es un asunto de culpas.