Todos los acontecimientos recientes confirman que la próxima elección federal en Puebla es un asunto de Estado para el Señor de los Cerros.
La nota publicada el día de ayer en Excélsior, desnudando las intenciones del gobernador Moreno Valle de buscar colocarse como suplente de Eukid Castañón en el primer lugar de la lista plurinominal, le da sentido a todos los ajustes que hará en su gabinete, para mandar a todos sus hombres de confianza a San Lázaro, desde donde intentará operar y catapultar su ambición presidencial
Independientemente del fuero que le otorgaría la diputación, una vez concluido su sexenio como gobernador, es innegable que planea llegar a San Lázaro en febrero 2017, con una Cámara de Diputados plagada de aliados, en donde podría hacerle un contrapeso al que será el líder de la bancada panista, Gustavo Madero, quien se perfila como su único rival para obtener la candidatura presidencial blanquiazul.
De ahí que sea un asunto de Estado colocar al mayor número de diputados poblanos afines para contrarrestar la fuerza maderista.
Entre las múltiples estrategias para lograrlo está la compra de suspirantes priistas para restarle votos a ese partido. Evidentemente es un asunto que va mucho más allá de operadores ardidos o de traiciones partidistas.
La reciente estampida priista es un tema de dinero en donde el hambre pudo más que la supuesta ideología política de los camaleónicos personajes que cínicamente decidieron vestirse de turquesa o amarillo.
¿O acaso alguien se puede tragar el cuento de que los priistas cooptados por Nueva Alianza o por el PRD tienen alguna posibilidad real de ganar una diputación?
Ni los propios desertores se pueden creer este absurdo cuento.
Sin embargo, estamos ante una elección en donde todo lo que desde la casona de Los Fuertes se pueda comprar con dinero es barato.
Basta con leer los nombres de los expriistas fugados, para entender que la pipitilla tenía hambre, y que un plato de lentejas era suficiente para que le mordieran la mano al que fuera necesario.
Es evidente que la pragmática forma de hacer política de Moreno Valle lo hizo comprender que al no existir ninguna posibilidad de arropar a sus candidatos con alianzas de partidos, decidió robarle algunos puntos porcentuales al voto duro del PRI.
Nadie mejor que el Señor de los Cerros para comprender que sus éxitos electorales han tenido como base esas alianzas.
De ahí que, ante la falta del probado antídoto electoral de las alianzas, ahora intente dividir el voto duro del PRI-Verde a través del robo de supuestos activos del tricolor.
Sin embargo, la estrategia electoral va mucho más allá de comprar pipitilla. Para muestra, tenemos la renuncia de Ana Teresa Aranda, quien había dado su palabra al poderoso secretario Miguel Ángel Osorio, de que pelearía en contra de Moreno Valle y sus candidatos en esta próxima elección.
Es evidente que la operación anti-Anatere surtió efectos, y que el cabildeo del gobernador surtió efectos para bajar a la Doña de su peligrosa candidatura.
El tema de fondo no era que ganara o no Ana Teresa, sino todo lo que en campaña podía decir en contra de Moreno Valle con todas las repercusiones mediáticas nacionales.
Créanme que la renuncia de Aranda Orozco no es casual, y que la negociación fue a los más altos niveles.
A todo lo anterior, debemos decir que la conformación de las candidaturas panistas marcó la pauta a quienes gustan de leer entrelíneas, para concluir que el gobernador Moreno Valle va a buscar quedarse con el mayor número de diputaciones, con algunas claras y marcadas excepciones.
De entrada, quiero pensar que cuando mucho son cinco las diputaciones que el inquilino de Casa Puebla estaría dispuesto a perder.
En primer término, aparece Izúcar de Matamoros, en donde salta a la vista que —por respeto o por negociación— los panistas declararon la plaza perdida, dejando a Jorge Estefan el camino libre para una contundente victoria.
Dadas sus aspiraciones presidencialistas, el mandamás blanquiazul también puede ceder las diputaciones de Ajalpan y Atlixco, a Antorcha Campesina, pensando en lo que le puede aportar la numerosa agrupación nacional en una eventual campaña en el 2018.
Otra que parece amarrada para el PRI es la de Zacatlán, en donde Lorenzo Rivera tiene sentados sus reales, además de que es ahí en donde el subsecretario de Sedesol federal ha fortalecido su estructura.
La quinta para el PRI podría salir de entre Zacapoaxtla, Serdán y Tehuacán, aunque los priistas también suspiran por Tepeaca, Teziutlán y Huauchinango. De Puebla capital, los priistas no ganan una ni soñando.
La realidad es que las cuentas no les alcanzan, y menos ante una elección de Estado, en donde la estructura y el dinero no serán problema para alcanzar cuando menos 11 diputaciones.