En los primeros días del mes de julio de 2012. Justo después de la votación presidencial y la elección de los actuales diputados federales y senadores, salieron desde Casa Puebla diversas versiones para posicionar a Moreno Valle como en el gran ganador de la elección.
Fue evidente el manejo de la estructura morenovallista para imponerse en las diputaciones federales y en el Senado.
Sin embargo, los números finales evidenciaron que no fue así, porque no salió bien librado. Si el famoso Pacto de Los Fuertes, que presumió en ese entonces, se realizó, el señor de los cerros quedó a deber.
En ese 2012, el morenovallismo presumía el compromiso del gobernador poblano con Enrique Peña Nieto, si eso fue real e implicó una operación para favorecer la candidatura presidencial del priista, Moreno Valle no cumplió porque el candidato presidencial del PRI perdió por 2 mil 800 votos ante Andrés Manuel López Obrador, lo cual implica un resultado adverso para el morenovallismo.
Si la derrota de Peña en Puebla fue grave por sí misma,
la circunstancia se agravó si consideramos que a diferencia del rubro presidencial, la candidata al Senado Blanca Alcalá logró una victoria contundente sobre Javier Lozano Alarcón y Manuel Bartlett, con una diferencia de más de 150 mil votos. 
El panorama electoral de 2012 se oscureció aún más para el morenovallismo al comparar la derrota de Peña Nieto en Puebla, con la victoria global de los 16 candidatos a diputados federales, quienes en su conjunto alcanzaron 768 mil 853 votos, contra los 689 mil 924 y los 647 mil 349 votos de los diputados del PAN y de las izquierdas respectivamente.
Y más aún cuando la candidata del PAN se ubicó en la tercera posición. La alquimia de 2012, le permitió al morenovallismo ganar 12 de 16 diputaciones federales, perder con el PRI la fórmula al Senado.
En las elecciones de 2012, el morenovallismoganó perdiendo. Sólo así se entiende la derrota de la candidata del PAN a la presidencia de la República y el triunfo de los 12 de las 16 diputaciones federales para el blanquiazul.
Este domingo, una vez más la operación morenovallista está en juego. Cuando todo parecía que sería una elección intermedia tranquila, con altos niveles de abstenciones y una oposición débil y sin reacción.
El escenario cambio radicalmente en los dos meses de campaña. Para este domingo se espera una elección competida entre el PAN morenovallista y el PRI, poca participación ciudadana y una oposición que se fortaleció gracias a los excesos y abusos del poder en turno.
Ante una baja participación ciudadana todo dependerá de la operación de las estructuras partidistas y de la movilización de las mismas. Los pronósticos más conservadores proyectan ocho diputaciones para el PRI y ocho para el morenovallismo.
Veremos y diremos.