Por anticipada que parezca, la cargada partidista en favor del alcalde Tony Gali resulta una interesante estrategia para posicionar con un año de anticipación al que será la carta del morenovallismo para mantener la posesión de la casona de Los Fuertes.
La decisión de Tony Gali de mantenerse firme en su condición ciudadana, sin afiliarse al PAN, hoy le da la llave de varios partidos políticos que presurosos y acomedidos han mostrado abiertamente su interés por confirmar la coalición en torno a la candidatura del presidente capitalino.
Es evidente que el Señor de los Cerros ya hizo sus números y que sabe que al PAN no le alcanza para garantizarle una sucesión al grupo morenovallista.
El triunfo de Rafael en el 2012 se logró sustentado en la coalición multo partidista, principalmente por lo que representaban las fuerzas de la derecha y la izquierda, por conducto del PAN y PRD, respectivamente.
En esa misma lógica, y sabedor de que su ambicioso y desgastado proyecto presidencial del 2018 pasa necesariamente por el 2016 en Puebla, Moreno Valle no tiene más remedio que ganar la mini gubernatura, al precio que sea necesario.
Para ese fin, hoy no tiene más candidatos que Tony Gali, después de que sus demás cartas se le fueron quemando en el camino.
Con Gali en la candidatura y con la alianza pactada con el PRD, se buscará sumar a Nueva Alianza, en el entendido de que Compromiso por Puebla es marca propia.
Así las cosas, la candidatura de Gali tiene serias fortalezas de cara a una elección en donde la caída en la imagen del gobernador, convertida en un voto de castigo, requiere de un candidato que equilibre los negativos que arrastra el sexenio.
Otra gran ventaja para Tony es que una vez que los grupos —al interior del morenovallismo— que hasta hoy buscan hacerlo tropezar, se convenzan que el único camino para mantener la gubernatura es con el actual alcalde, deberán unirse codo con codo, porque si reaparecen las traiciones del pasado domingo 7, el morenovallismo deberá decirle adiós a absolutamente todo.
Sin mini gubernatura, no hay 2018 y eso lo deben entender todos los operadores blanquiazules que pensaron que con su traición, le quitarían a Gali la candidatura.
Con las luces de alerta encendidas, el morenovallismo no tiene otro camino que unirse en torno al que será su candidato; o ver como el PRI les arrebata las llaves de Casa Puebla.
Y para ese fin, desde Insurgentes Norte ya se trabaja para ese fin, en donde tienen claro que con un candidato o candidata de peso, su voto duro, la estructura federal, una buena coalición y el voto de castigo contra Rafael, pueden tener gobernador priista.
Pero de esa estrategia les escribiré en mi próxima entrega.
Por lo pronto, el morenovallismo no puede equivocarse ni dividirse, porque la fiera acecha y desde hoy se lame los bigotes esperando un error de su presa.
Solo el tiempo nos dirá si aprendieron de la derrota del 7 de junio, o si les gana la soberbia y cometen los mismos errores que hace seis años cometieron los marinistas con las funestas consecuencias que todos conocemos.
Veremos y diremos.
Para RMV, el 2018 pasa por el 2016

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