Cuestioné alguna vez a quien en aquél entonces era candidato de Compromiso por Puebla a la presidencia municipal de la capital, Eduardo Rivera Pérez, sobre la agenda de esa coalición partidista para ofrecer un gobierno congruente con los nuevos paradigmas de la sociedad.
Ya se discutían temas como la despenalización del aborto, la legalización de la unión de parejas del mismo sexo, la regulación de drogas blandas como la mariguana y hasta la muerte asistida, entre otros asuntos de interés de un segmento social amplio y progresista.
Puebla no podía estar al margen de la nueva agenda pública y una coalición de la derecha (PAN) con la izquierda (PRD) era una oportunidad hace cinco años para profundizar en temas que hoy son parte de los pendientes de esa constelación partidaria.
Rivera Pérez prefirió en ese entonces usar un galimatías para responder. Entendí que se trataba entonces de un esfuerzo electoral sin sustancia programática e ideológica, tan insostenible como el gobierno frívolo que hoy padecen los poblanos.
Por eso había que leer con detenimiento ayer lunes el artículo publicado por Agustín Basave en la página editorial de El Universal. El ideólogo que fue cercano a Luis Donaldo Colosio es hoy en día quien encabeza las preferencias para dirigir al PRD, en sustitución del complaciente Carlos Navarrete.
Papelito de por medio, podría ser la divisa para un eventual acuerdo PAN-PRD. La alianza electoral de 2016 entre ambos partidos dependerá de un acuerdo que incluya una agenda de gobierno de izquierda, beneficios legítimos para el PRD y simétricos para ambas partes.
Para entender esta demanda hay que leer con detenimiento el texto del diputado federal sobre alianzas electorales futuras con otras fuerzas políticas en el que describe con todas sus letras sobre el resultado de la experiencia en Puebla, Oaxaca y Sinaloa.
Las alianzas (…) PRD-PAN en Puebla han dejado insatisfechos a no pocos perredistas y panistas porque privilegiaron lo electoral y supeditaron lo programático. “No debemos aliarnos con nadie si no pactamos antes un programa de gobierno que incluya nuestra agenda y si no prevemos beneficios legítimos para nuestro partido y simétricos para ambos”, escribe quien parece encabezar las preferencias tribales en ese partido.
“No creo que el PRD deba aliarse con el PAN de manera sistemática aunque algo equivalente ocurra en Europa. Mi meta es tener la fuerza suficiente para ir solos (…) las alianzas del partido deben procurarse prioritariamente con las izquierdas”.
Siempre está el riesgo de la descalificación fácil. Cuestionar la alianza entre ambos partidos políticos y los gobiernos que resultan como producto de esas creaturas ubica al analista como jilguero oficioso del PRI temeroso de una coalición electoral semejante.
Tal vez deba ser parte del riesgo de quien aventura escenarios legítimos y vigentes, antes de volver a encontrar respuestas idiotas a preguntas de una sociedad inteligente.
Parabólica